martes, 9 de septiembre de 2008

EDITORIAL


A estas alturas del partido, debemos preguntarnos cuál es la posición del gobierno de Alan García con respecto a las demandas sociales que existen en el país.
Lo sucedido la semana pasada con la protesta de las etnias amazónicas es el ejemplo que necesitamos para aclarar esta duda.
Antes de comenzar, es necesario redundar en la idea de que el veredicto del Congreso sobre los decretos 1015 y 1073 no sólo pone de manifiesto el error de nuestro presidente al promover dichas normas, sino además, que Alan García, y el Primer Ministro Jorge del Castillo sobre todo, trataron siempre de menoscabar y desprestigiar la demanda de los nativos con argumentos infundados.
En realidad el conflicto aún no ha terminado. Todavía no se ha hablado con los indígenas; no conocemos su punto de vista, sus inquietudes. El Ejecutivo y el Legislativo en forma unilateral han discutido y decidido sobre el tema. Alan García no ha hablado directamente con ellos, y al parecer no tiene intenciones de hacerlo. Peor aún: no ha reconocido sus errores, y en vez de enmendarlos persiste en su actitud prepotente de ignorar y someter al pueblo con sus decisiones.
El Presidente no quiere hablar con los indígenas
Lo dicen los hechos. Lo primero que hizo el Presidente luego de oír la decisión del Congreso de derogar los decretos que él antes había impuesto, no fue reflexionar, sino más bien hacerle una nueva propuesta al Congreso persiguiendo los mismos fines para su aprobación.
Con esto volvió a cometer la misma intransigencia de promover una medida que afecta a los indígenas, sin consultarles previamente.
Este acto es, además, reprochable legalmente, pues va en contra del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que indica que cualquier disposición del Gobierno que afecte a la organización interna de una comunidad nativa debe ser consultada con ésta previamente. Tienen todos los elementos para elaborar su propio juicio.
La nueva propuesta de Alan García es absurda
Para comenzar, está claro que el Presidente no quiere poner en manos de los indígenas su propio destino. Dice que sólo basta el 51% de los votos de una comunidad para decidir dar en concesión sus tierras. No sabe que aquí y en la China (es sólo una expresión) el 50% de una población no hace mayoría. Cuando hablamos del 50% de una comunidad nos referimos a la mitad de ésta. Y una democracia es mayoría, no la mitad de nada.
De esto se colige que su propuesta anterior del 50% + 1 o la que aún mantiene del 51%, son en realidad una burla, una cachetada al sentido común. ¿Acaso se quiere reír de nosotros, Sr. Presidente? ¿Qué hacemos con la inconformidad de la otra mitad de la comunidad?, ¿dónde la escondemos? ¿Sabe Ud. qué significa mayoría? ¿Cree que su propuesta tiene algo de democrática?
Nuestro Presidente comienza a mostrar ineptitud
Al parecer todos han pasado por alto el hecho de que el Presidente afirme que se confundió al plantear sus decretos derogados por el Congreso, pensando que se trataba de una propuesta para la sierra y no para la amazonía. ¿Qué tipo de Presidente es el nuestro que no sabe lo que decreta y que es capaz de desatar la inconformidad social sólo porque se le chispoteó? ¿Dónde está su responsabilidad? Su error no es intolerable; es inaceptable. Este tipo de desconciertos no se pueden dar así porque sí. Sin embargo, no hemos recibido una sola disculpa pública de su parte. Alan García dijo simplemente “Yo pensé…”, y se acabó.
En fin. Es realmente preocupante la actitud del señor García frente a las demandas sociales en general. Hasta el momento se ha opuesto a todas, lo que quiere decir que no se ha identificado con ninguna. Lo que es peor: ha esgrimido siempre los mismos argumentos en su contra y actuado del mismo modo todas las veces. Tres son su principales recurrencias y la población debe tomar nota para andar prevenidos:
1.- El Gobierno arguye que las huelgas y protestas responden a intereses políticos, que son manejados por el Partido Nacionalista, Patria Roja e incluso por Hugo Chávez. La realidad: el propio Alan García admitió (después del paro del 9 de Julio) que era legítima la inconformidad del pueblo con respecto a la inflación y el encarecimiento del costo de vida.
2.- El Gobierno quiere desacreditar el derecho del pueblo a las protestas, aludiendo actos de violencia dentro de su desarrollo. La verdad: En Moquegua, el mismo Estado legitimó su protesta, al dialogar con el pueblo luego de reconocer (que es distinto a conocer) el fundamento de su protesta. En lo que respecta a las etnias amazónicas, sabemos que las medidas de fuerzas que adoptaron se dieron después de más de una semana de protestas.
3.- El Gobierno decreta normas sin consultar a quienes afectan. Los hechos: la problemática de las etnias amazónicas que aún nos son escuchados por el Ejecutivo.
¿Qué podemos hacer ante todo esto? ¿Por qué este tipo de traspiés del Gobierno? ¿A qué motivos responden? Luego: ¿Por qué su posición autoritaria de ignorar, someter y desprestigiar a la población? ¿Para quién juega el Estado? Para el pueblo obviamente, no. ¿Qué podemos esperar de él entonces de hoy en adelante? Son interrogantes que el Presidente deberá responder en su momento y que nos toca a nosotros los peruanos reconocer e interpretar.
G. P.