martes, 9 de septiembre de 2008

EDITORIAL


A estas alturas del partido, debemos preguntarnos cuál es la posición del gobierno de Alan García con respecto a las demandas sociales que existen en el país.
Lo sucedido la semana pasada con la protesta de las etnias amazónicas es el ejemplo que necesitamos para aclarar esta duda.
Antes de comenzar, es necesario redundar en la idea de que el veredicto del Congreso sobre los decretos 1015 y 1073 no sólo pone de manifiesto el error de nuestro presidente al promover dichas normas, sino además, que Alan García, y el Primer Ministro Jorge del Castillo sobre todo, trataron siempre de menoscabar y desprestigiar la demanda de los nativos con argumentos infundados.
En realidad el conflicto aún no ha terminado. Todavía no se ha hablado con los indígenas; no conocemos su punto de vista, sus inquietudes. El Ejecutivo y el Legislativo en forma unilateral han discutido y decidido sobre el tema. Alan García no ha hablado directamente con ellos, y al parecer no tiene intenciones de hacerlo. Peor aún: no ha reconocido sus errores, y en vez de enmendarlos persiste en su actitud prepotente de ignorar y someter al pueblo con sus decisiones.
El Presidente no quiere hablar con los indígenas
Lo dicen los hechos. Lo primero que hizo el Presidente luego de oír la decisión del Congreso de derogar los decretos que él antes había impuesto, no fue reflexionar, sino más bien hacerle una nueva propuesta al Congreso persiguiendo los mismos fines para su aprobación.
Con esto volvió a cometer la misma intransigencia de promover una medida que afecta a los indígenas, sin consultarles previamente.
Este acto es, además, reprochable legalmente, pues va en contra del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que indica que cualquier disposición del Gobierno que afecte a la organización interna de una comunidad nativa debe ser consultada con ésta previamente. Tienen todos los elementos para elaborar su propio juicio.
La nueva propuesta de Alan García es absurda
Para comenzar, está claro que el Presidente no quiere poner en manos de los indígenas su propio destino. Dice que sólo basta el 51% de los votos de una comunidad para decidir dar en concesión sus tierras. No sabe que aquí y en la China (es sólo una expresión) el 50% de una población no hace mayoría. Cuando hablamos del 50% de una comunidad nos referimos a la mitad de ésta. Y una democracia es mayoría, no la mitad de nada.
De esto se colige que su propuesta anterior del 50% + 1 o la que aún mantiene del 51%, son en realidad una burla, una cachetada al sentido común. ¿Acaso se quiere reír de nosotros, Sr. Presidente? ¿Qué hacemos con la inconformidad de la otra mitad de la comunidad?, ¿dónde la escondemos? ¿Sabe Ud. qué significa mayoría? ¿Cree que su propuesta tiene algo de democrática?
Nuestro Presidente comienza a mostrar ineptitud
Al parecer todos han pasado por alto el hecho de que el Presidente afirme que se confundió al plantear sus decretos derogados por el Congreso, pensando que se trataba de una propuesta para la sierra y no para la amazonía. ¿Qué tipo de Presidente es el nuestro que no sabe lo que decreta y que es capaz de desatar la inconformidad social sólo porque se le chispoteó? ¿Dónde está su responsabilidad? Su error no es intolerable; es inaceptable. Este tipo de desconciertos no se pueden dar así porque sí. Sin embargo, no hemos recibido una sola disculpa pública de su parte. Alan García dijo simplemente “Yo pensé…”, y se acabó.
En fin. Es realmente preocupante la actitud del señor García frente a las demandas sociales en general. Hasta el momento se ha opuesto a todas, lo que quiere decir que no se ha identificado con ninguna. Lo que es peor: ha esgrimido siempre los mismos argumentos en su contra y actuado del mismo modo todas las veces. Tres son su principales recurrencias y la población debe tomar nota para andar prevenidos:
1.- El Gobierno arguye que las huelgas y protestas responden a intereses políticos, que son manejados por el Partido Nacionalista, Patria Roja e incluso por Hugo Chávez. La realidad: el propio Alan García admitió (después del paro del 9 de Julio) que era legítima la inconformidad del pueblo con respecto a la inflación y el encarecimiento del costo de vida.
2.- El Gobierno quiere desacreditar el derecho del pueblo a las protestas, aludiendo actos de violencia dentro de su desarrollo. La verdad: En Moquegua, el mismo Estado legitimó su protesta, al dialogar con el pueblo luego de reconocer (que es distinto a conocer) el fundamento de su protesta. En lo que respecta a las etnias amazónicas, sabemos que las medidas de fuerzas que adoptaron se dieron después de más de una semana de protestas.
3.- El Gobierno decreta normas sin consultar a quienes afectan. Los hechos: la problemática de las etnias amazónicas que aún nos son escuchados por el Ejecutivo.
¿Qué podemos hacer ante todo esto? ¿Por qué este tipo de traspiés del Gobierno? ¿A qué motivos responden? Luego: ¿Por qué su posición autoritaria de ignorar, someter y desprestigiar a la población? ¿Para quién juega el Estado? Para el pueblo obviamente, no. ¿Qué podemos esperar de él entonces de hoy en adelante? Son interrogantes que el Presidente deberá responder en su momento y que nos toca a nosotros los peruanos reconocer e interpretar.
G. P.

domingo, 7 de septiembre de 2008

EDITORIAL


A estas alturas del partido, debemos preguntarnos cuál es la posición del gobierno de Alan García con respecto a las demandas sociales que existen en el país.
Lo sucedido la semana pasada con la protesta de las etnias amazónicas es el ejemplo que necesitamos para aclarar esta duda.
Antes de comenzar, es necesario redundar en la idea de que el veredicto del Congreso sobre los decretos 1015 y 1073 no sólo pone de manifiesto el error de nuestro presidente al promover dichas normas, sino además, que Alan García, y el Primer Ministro Jorge del Castillo sobre todo, trataron siempre de menoscabar y desprestigiar la demanda de los nativos con argumentos infundados.
En realidad el conflicto aún no ha terminado. Todavía no se ha hablado con los indígenas; no conocemos su punto de vista, sus inquietudes. El Ejecutivo y el Legislativo en forma unilateral han discutido y decidido sobre el tema. Alan García no ha hablado directamente con ellos, y al parecer no tiene intenciones de hacerlo. Peor aún: no ha reconocido sus errores, y en vez de enmendarlos persiste en su actitud prepotente de ignorar y someter al pueblo con sus decisiones.
El Presidente no quiere hablar con los indígenas
Lo dicen los hechos. Lo primero que hizo el Presidente luego de oír la decisión del Congreso de derogar los decretos que él antes había impuesto, no fue reflexionar, sino más bien hacerle una nueva propuesta al Congreso persiguiendo los mismos fines para su aprobación.
Con esto volvió a cometer la misma intransigencia de promover una medida que afecta a los indígenas, sin consultarles previamente.
Este acto es, además, reprochable legalmente, pues va en contra del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que indica que cualquier disposición del Gobierno que afecte a la organización interna de una comunidad nativa debe ser consultada con ésta previamente. Tienen todos los elementos para elaborar su propio juicio.
La nueva propuesta de Alan García es absurda
Para comenzar, está claro que el Presidente no quiere poner en manos de los indígenas su propio destino. Dice que sólo basta el 51% de los votos de una comunidad para decidir dar en concesión sus tierras. No sabe que aquí y en la China (es sólo una expresión) el 50% de una población no hace mayoría. Cuando hablamos del 50% de una comunidad nos referimos a la mitad de ésta. Y una democracia es mayoría, no la mitad de nada.
De esto se colige que su propuesta anterior del 50% + 1 o la que aún mantiene del 51%, son en realidad una burla, una cachetada al sentido común. ¿Acaso se quiere reír de nosotros, Sr. Presidente? ¿Qué hacemos con la inconformidad de la otra mitad de la comunidad?, ¿dónde la escondemos? ¿Sabe Ud. qué significa mayoría? ¿Cree que su propuesta tiene algo de democrática?
Nuestro Presidente comienza a mostrar ineptitud
Al parecer todos han pasado por alto el hecho de que el Presidente afirme que se confundió al plantear sus decretos derogados por el Congreso, pensando que se trataba de una propuesta para la sierra y no para la amazonía. ¿Qué tipo de Presidente es el nuestro que no sabe lo que decreta y que es capaz de desatar la inconformidad social sólo porque se le chispoteó? ¿Dónde está su responsabilidad? Su error no es intolerable; es inaceptable. Este tipo de desconciertos no se pueden dar así porque sí. Sin embargo, no hemos recibido una sola disculpa pública de su parte. Alan García dijo simplemente “Yo pensé…”, y se acabó.
En fin. Es realmente preocupante la actitud del señor García frente a las demandas sociales en general. Hasta el momento se ha opuesto a todas, lo que quiere decir que no se ha identificado con ninguna. Lo que es peor: ha esgrimido siempre los mismos argumentos en su contra y actuado del mismo modo todas las veces. Tres son su principales recurrencias y la población debe tomar nota para andar prevenidos:
1.- El Gobierno arguye que las huelgas y protestas responden a intereses políticos, que son manejados por el Partido Nacionalista, Patria Roja e incluso por Hugo Chávez. La realidad: el propio Alan García admitió (después del paro del 9 de Julio) que era legítima la inconformidad del pueblo con respecto a la inflación y el encarecimiento del costo de vida.
2.- El Gobierno quiere desacreditar el derecho del pueblo a las protestas, aludiendo actos de violencia dentro de su desarrollo. La verdad: En Moquegua, el mismo Estado legitimó su protesta, al dialogar con el pueblo luego de reconocer (que es distinto a conocer) el fundamento de su protesta. En lo que respecta a las etnias amazónicas, sabemos que las medidas de fuerzas que adoptaron se dieron después de más de una semana de protestas.
3.- El Gobierno decreta normas sin consultar a quienes afectan. Los hechos: la problemática de las etnias amazónicas que aún nos son escuchados por el Ejecutivo.
¿Qué podemos hacer ante todo esto? ¿Por qué este tipo de traspiés del Gobierno? ¿A qué motivos responden? Luego: ¿Por qué su posición autoritaria de ignorar, someter y desprestigiar a la población? ¿Para quién juega el Estado? Para el pueblo obviamente, no. ¿Qué podemos esperar de él entonces de hoy en adelante? Son interrogantes que el Presidente deberá responder en su momento y que nos toca a nosotros los peruanos reconocer e interpretar.
G. P.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Catarsis

LA DEL CIERRE


Por Abel Peralta Quiroz
Comentarios:
mr.ritchmond@hotmail.com



I
Hace poco más de un año, en medio de la efervescencia de una animada reunión de amigos en un, hoy lejano, bar del Jirón Quilca, me comprometí con ellos a formar parte de un proyecto de raras ambiciones, llamado Grupo Perú. Se trataba más precisamente de una revista virtual quincenal de temas diversos. Aunque si bien la idea de volver a escribir me animó en un inicio (llevaba medio año alejado de las letras, empantanado en mi caótica sobrevivencia en Lima), no obstante era consciente que traía consigo la implícita obligación de escribir un artículo quincenal para ser publicado en este gratuito rincón del ciberespacio. Para ser sincero, siempre estuve convencido que mi nueva aventura no duraría más allá de un par de entregas, y cuando ésta (la segunda edición) llegó, me di un nuevo plazo de dos entregas más... y luego dos y dos más... Hace poco más de un año que vengo posponiendo mi renuncia, y cierto cercano día, nuevamente en un bar, y por cuestiones que escapan a las simples ganas de continuar indefinidamente hasta convertirnos en un grupo de vanguardia, se decidió que hemos cumplido un ciclo y es hora de retirarnos.

II
Hace poco más de un mes que estoy viviendo (nuevamente) fuera de Lima. Tal vez sea este el motivo por el que el grupo decide dar por terminado el proyecto de la revista virtual y por eso me siento un poco culpable. Las dos últimas crónicas las escribí desde una desordenada (pero cómoda) habitación en Chincha, a donde he venido por motivos laborales (Cuestión de profesionalismo, diría una ya insalvable Elena). Y tenía para este número una nueva, acaso tan desprolija (y por lo mismo atractiva) como las demás, cuando se anuncia nuestro retiro del aire. Enconces pienso que acaso debería utilizar esta última oportunidad que la vida me da para dirigirme a ustedes desde este espacio, dejando de contar las tristes frivolidades de mi personaje empecinado en ser escritor, y hablar un poco de la realidad de un pueblo destruido por un terremoto hace poco más de un año (que coincidió con nuestra azarosa aparición como Grupo Perú) y que permanece olvidado ante la indiferencia de un gobierno que (oh, casualidad) de a pocos se va pareciendo más a su anterior estancia en el poder.


Chincha hoy es lo más parecido a un campo de refugiados, de alguna de las desquiciadas guerras tan comunes en nuestros tiempos; con gente que sigue esperando (ni ellos mismos saben qué) indefinidamente, sobreviviendo en chozas improvisadas con plásticos, cañas y esteras, en un invierno que ha sido más implacable que nunca. En las zonas rurales de Chincha las viviendas destruidas por el terremoto superan el 90 % y sólo unos cuantos empezaron a reconstruir, ya sea porque el estado (cuándo no el estado) les otorgó el esquivo bono 6000 para ganar algún rédito político, o porque no le quedó de otra, como en el caso de Tambo de Mora, que había que reubicar sí o sí a las familias por la pésima calidad del suelo que hacía imposible la reconstrucción. Chincha es también un campo de batalla, del lado de los vencidos; lo sé porque hoy vivo aquí y me basta salir a caminar un poco para sentir a cada paso, el dolor de un pueblo que se niega a levantarse y ya no por desidia, sino porque algo en Ella se ha roto; algo que no son solamente casas y templos religiosos. "Chincha ha perdido el alma", se me escapó de los labios la noche en que, conmemorando un año del terrible suceso, el pueblo salió a una procesión (que más se parecía a un funeral) con el Señor de Luren. Mi buen amigo Joe asintió entristecido (vaya retórica) y sentenció para que no me quedaran dudas: "Nada volverá a ser lo mismo".


Chincha además sigue temblando (no precisamente de frío a pesar de que también) con dos nuevos sismos de respetable intensidad en el último mes, y sólo Dios sabe hasta cuándo. Y yo sigo temblando con Chincha, pero de miedo (y ya me imagino el pánico de aquel día de mierda del año pasado). Al ver la destrucción a flor de piel, me pregunto cuándo volveré a pasear por aquellas calles de casitas alineadas de cuyas ventanas escapaban sólo gritos de alegría y felicidad, que algún día vi en un fugaz paso por esta tierra en mi ya lejana infancia. Y pienso en ello hoy, que he decidido guardar (acaso para siempre) la crónica en la que he trabajado por tres semanas sin descanso, para entregarles a cambio, y en mi despedida (como debe ser) de este espacio al que aprendí a querer porque devolvió a mi vida un poco de la disciplina que he perdido (si es que algún día la tuve), el triste testimonio de un pueblo en llamas. No volveremos dentro de dos semanas como siempre y debo confesar que me entristece hasta el llanto, como cuando salgo temnprano a trabajar y en todo el trayecto se repite la misma escena que hace que vuelva la mirada hacia dentro del colectivo y permanezca con los ojos cerrados hasta llegar a la oficina donde permaneceré trabajando hasta altas horas de la noche, para regresar a mi habitación y en todo el trayecto se repite la misma escena que hace que vuelva la mirada hacia dentro del colectivo y permanezca con los ojos cerrados hasta llegar....


III


Lunes 18 de Agosto. Una inusual multitud agolpada en la puerta principal del estadio de Sunampe. Como no puedo resistir la curiosidad, le pido al chofer que se detenga. Se enoja un poco porque está conduciendo a gran velocidad y tiene que frenar en seco. De un salto estoy metido en medio de un mar de gente que pugna por ingresar a empellones, discutiendo entre sí; un par de hombres ya se han ido a las manos . No voy a poder llegar hasta la entrada para averiguar las razones de aquel desborde humano, así que pregunto a una robusta señora de qué se trata todo el alboroto. "El alcalde nos está regalando esteras" me responde. "Son dos por familia" complementa otra un poco más baja y delgada. Al rato veo salir a una pareja de esposos cargando dos planchas endebles de caña trenzada. "Esas esteras no van a servirles para nada" pienso mientras me dirijo a almorzar en la fonda que está frente a la plaza de armas. Son exactamente las dos de la tarde. Ahora estoy devorando mi plato de frejoles con seco , cuando al mirar casualmente hacia la derecha, veo por la ventana que han armado un pequeño escenario en uno de los extremos de la plaza. al rato llega un bus del que baja grupo reducido de varones, mujeres, y niños; aunque todos lucen muy pobres, están de buen ánimo y sonríen ente sí . Quince minutos después se estaciona en otro de los extremos, una camioneta de lunas polarizadas del cual bajan cinco hombres bien vestidos. Como no puedo soportar la curiosidad, pregunto a la camarera de qué se trata aquel espectáculo. "Va a venir el ministro de vivienda a entregar las tarjetas a los beneficiarios del bono", me dice. Un reportero del canal del estado está cubriendo el evento, y un camarógrafo hace extrañas piruetas para captar tomas que puedan hacer suponer a los televidentes que toda la población está en la plaza aclamando al ministro por su "buena acción". Al otro extremo, más precisamente en la puerta del estadio, la verdadera mayoría se sigue peleando por dos esteras. No los puedo ver pero los siento ahí, y me duele.


Chincha, 08 de Setiembre del 2008

EDITORIAL


A estas alturas del partido, debemos preguntarnos cuál es la posición del gobierno de Alan García con respecto a las demandas sociales que existen en el país.
Lo sucedido la semana pasada con la protesta de las etnias amazónicas es el ejemplo que necesitamos para aclarar esta duda.
Antes de comenzar, es necesario redundar en la idea de que el veredicto del Congreso sobre los decretos 1015 y 1073 no sólo pone de manifiesto el error de nuestro presidente al promover dichas normas, sino además, que Alan García, y el Primer Ministro Jorge del Castillo sobre todo, trataron siempre de menoscabar y desprestigiar la demanda de los nativos con argumentos infundados.
En realidad el conflicto aún no ha terminado. Todavía no se ha hablado con los indígenas; no conocemos su punto de vista, sus inquietudes. El Ejecutivo y el Legislativo en forma unilateral han discutido y decidido sobre el tema. Alan García no ha hablado directamente con ellos, y al parecer no tiene intenciones de hacerlo. Peor aún: no ha reconocido sus errores, y en vez de enmendarlos persiste en su actitud prepotente de ignorar y someter al pueblo con sus decisiones.
El Presidente no quiere hablar con los indígenas
Lo dicen los hechos. Lo primero que hizo el Presidente luego de oír la decisión del Congreso de derogar los decretos que él antes había impuesto, no fue reflexionar, sino más bien hacerle una nueva propuesta al Congreso persiguiendo los mismos fines para su aprobación.
Con esto volvió a cometer la misma intransigencia de promover una medida que afecta a los indígenas, sin consultarles previamente.
Este acto es, además, reprochable legalmente, pues va en contra del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que indica que cualquier disposición del Gobierno que afecte a la organización interna de una comunidad nativa debe ser consultada con ésta previamente. Tienen todos los elementos para elaborar su propio juicio.
La nueva propuesta de Alan García es absurda
Para comenzar, está claro que el Presidente no quiere poner en manos de los indígenas su propio destino. Dice que sólo basta el 51% de los votos de una comunidad para decidir dar en concesión sus tierras. No sabe que aquí y en la China (es sólo una expresión) el 50% de una población no hace mayoría. Cuando hablamos del 50% de una comunidad nos referimos a la mitad de ésta. Y una democracia es mayoría, no la mitad de nada.
De esto se colige que su propuesta anterior del 50% + 1 o la que aún mantiene del 51%, son en realidad una burla, una cachetada al sentido común. ¿Acaso se quiere reír de nosotros, Sr. Presidente? ¿Qué hacemos con la inconformidad de la otra mitad de la comunidad?, ¿dónde la escondemos? ¿Sabe Ud. qué significa mayoría? ¿Cree que su propuesta tiene algo de democrática?
Nuestro Presidente comienza a mostrar ineptitud
Al parecer todos han pasado por alto el hecho de que el Presidente afirme que se confundió al plantear sus decretos derogados por el Congreso, pensando que se trataba de una propuesta para la sierra y no para la amazonía. ¿Qué tipo de Presidente es el nuestro que no sabe lo que decreta y que es capaz de desatar la inconformidad social sólo porque se le chispoteó? ¿Dónde está su responsabilidad? Su error no es intolerable; es inaceptable. Este tipo de desconciertos no se pueden dar así porque sí. Sin embargo, no hemos recibido una sola disculpa pública de su parte. Alan García dijo simplemente “Yo pensé…”, y se acabó.
En fin. Es realmente preocupante la actitud del señor García frente a las demandas sociales en general. Hasta el momento se ha opuesto a todas, lo que quiere decir que no se ha identificado con ninguna. Lo que es peor: ha esgrimido siempre los mismos argumentos en su contra y actuado del mismo modo todas las veces. Tres son su principales recurrencias y la población debe tomar nota para andar prevenidos:
1.- El Gobierno arguye que las huelgas y protestas responden a intereses políticos, que son manejados por el Partido Nacionalista, Patria Roja e incluso por Hugo Chávez. La realidad: el propio Alan García admitió (después del paro del 9 de Julio) que era legítima la inconformidad del pueblo con respecto a la inflación y el encarecimiento del costo de vida.
2.- El Gobierno quiere desacreditar el derecho del pueblo a las protestas, aludiendo actos de violencia dentro de su desarrollo. La verdad: En Moquegua, el mismo Estado legitimó su protesta, al dialogar con el pueblo luego de reconocer (que es distinto a conocer) el fundamento de su protesta. En lo que respecta a las etnias amazónicas, sabemos que las medidas de fuerzas que adoptaron se dieron después de más de una semana de protestas.
3.- El Gobierno decreta normas sin consultar a quienes afectan. Los hechos: la problemática de las etnias amazónicas que aún nos son escuchados por el Ejecutivo.
¿Qué podemos hacer ante todo esto? ¿Por qué este tipo de traspiés del Gobierno? ¿A qué motivos responden? Luego: ¿Por qué su posición autoritaria de ignorar, someter y desprestigiar a la población? ¿Para quién juega el Estado? Para el pueblo obviamente, no. ¿Qué podemos esperar de él entonces de hoy en adelante? Son interrogantes que el Presidente deberá responder en su momento y que nos toca a nosotros los peruanos reconocer e interpretar.

G. P.

APOLOGÍA DE PACO YUNQUE




Por Oscar Perlado Rodríguez

A Jessica C., por no ser luz que se apaga.




Este cuento es fascinante porque a partir de un hecho común que es el primer día de clases de Paco Yunque, llegamos a otro general que es la discriminación y la inequidad que existen en ciertos tipos de sociedad. Se nota la influencia de Kafka en la creación de un escenario pesimista y patético determinado por el sistema capitalista. Desde un realismo crudo pero claro nos invita al a reflexión sobre el sistema social y cómo su ordenamiento repercuten en la moral y en la vida diaria de sus integrantes. La jerarquización de las clases sociales fija el tipo de relaciones entre éstas, asignándoles o restándoles derechos a unos y a otros de acuerdo a su poder económico.



Este cuento sin embargo ha recibido más de una objeción con respecto a su concepción ideológica. Se dice que no es literatura, sino propaganda política.



Es cierto que Cesar Vallejo, sí, fue comunista, pero en su obra el único fin que persiguió fue la reflexión y la toma de conciencia por parte de sus lectores de la injusticia y la desigualdad dentro de la realidad de la que formó parte, realidad (subráyese lo que sigue) que no crean las ideologías, sino que éstas ayudan a revelar y comprender. Si una perspectiva nos ayuda a develar un sistema de cosas, donde el podel material y adquisitivo establecen las clases sociales y los derechos de sus integrantes, entoncers no podemos decir que ésta (ideología) no nos sirve para nada. Si dicha perspectiva le ayudó a Vallejo su fin de hacernos comprender nuestra realidad y movernos a la inconformidad, bienvenida sea.



Para quienes siguen creyendo que Vallejo perseguía con Pco Yunque un propósito político, tengo preparados cuatro argumentos que echan por tierra éstas suposiciones gratuitas.



Obviamente se tienen que asumir las consecuencias de lo que se afirma. Es así que quienes afirman que Paco Yunque es propaganda política, tendrán que admitir también, que lo que busca el cuento es modificar nuestra ideología o cambiarla por la del marxismo. Si estamos de acuerdo con esto entonces podemos comenzar.



Digo que Vallejo no intenta influir en nuestra ideología por lo siguiente:



1.- Porque un niño (al que va dirigido sobretodo el cuento) que lo lee no tiene la información ni la formación suficientes como para ver el cuento desde una perspectiva política.



Es decir que en el supuesto de que dentro del cyuento haya propaganda política, el niño no podrá discriminarla del mensaje moral del texto, porque no tiene ningún instrumento de tipo ideológico ni para para entenderla ni para comentarla.



2.- En el cuento no está ni siquiera sugerida sugerida la insurrección del proletariado. Pero Yunque jamás reta a Humberto Grieve. No se rebela contra él; no se le queja, no dice nada. La situación de inequidad e injusticia que vive Paco Yunque no cambia en nin´gún momento, nadie la soluciona; el autor se limita a describirla. Paco Yunque jamás da el primer paso para el cambio que signifique un conflicto entre su clase (si es que representa a alguna, como pondré en duda más adelante) y la profesora. El supuesto proletariado no asume ningún pael. No hay ningún ejemplo de la actitud que debe tomar frente al sistema en que vive.



3.- Paco Yunque (a pesar de la suspicacia con respecto a su apellido) no representa de forma estricta al proletariado en el cuento. Su papá trabaja en el campo para el sindicato, no hay un lugar donde se mencione en qué se desempeña. Por lo tanto no está organizado, no tiene ningún instrumento para la protesta, para la huelga; simplemente no forma parte de la luche de clases. He aquí lo que se dice sobre el padre de Paco Yunque y su relación con el de Humberto grieve en el cuento.





"Paco estaba también atolondrado porque en el campo no oyó nunca sonar tantas voces de personas a la vez. En el campo hablaba primero uno, después otro y después otro. A veces, oyço hablar hasta cuatro o cinco personas juntas. Era su padre, su madre, don José, el cojo Anselmo y la Tomasa. Con las gallinas eran más. Y todavía con la acequia cuando crecía..."



"Humberto, el hijo del señor Dorian Grieve, un inglés, patrón de los Yunque, gerente de los ferrocarriles de la Peruvian Corporation y alcalde del pueblo. Precisamente a Pacole habían hecho venirdel campo para que acompañe al colegio a Humberto y para que jueguecon él, pues ambos tenían la misma edad..."



4.- Jamás se plantea el comunismo como solución al drama de Paco Yunque, ni al final ni en el desenlacedel cuento. La ideología marxista no está ni siquiera insinuadacomo alternativa. Paco Yunque es pateado sin piedad por Humberto Grieve. nadie vence a éste, ni siquiera Paco Fariña. Al final Grieve se lleva el crédito de una tarea que le pertenece a Paco Yunque. El proletariado (asi es que relamente lo es) no se organiza, nunca va a la primera huelga, jamás se vale de la violencia para capturar el poder, jamás se le logra arranchar a la burguesía. ¿Dónde está entonces la prédica comunista?



Lo único que sí es evidente y es explicitado a propósito por el autor es la miseria moral del profesor de la clase que sucumbe ante el poder del padre de Grieve y es capaz de decir que Humberto no miente, a pesar de que éste dijera antes que en su sala losp eces vivían sin agu, volaban, y de que todo el salón afirmara que Humberto Grieve le había pegado a Paco Yunque y no les diera el menor crédito. Es en esta declinación moral de sus personajes determinada por el orden social donde Vallejo pone el énfasis.



Vallejo utiliza la perspectiva de marx para explicar el sistema de su sociedad, mas no la exhibe como modelo o solución al problema que describe. Al no proponernos su ideología como remedio, no hay discurso político ni rumbo a seguir.



Vallejo deja las cosas tal como están, sólo lleva la situación a un estado de crisis, donde la inequidad se extrema. De este modo, la injusticia es develada y exhibida. Es eso lo que nos mueve a la reflexión. El único afán del autor es hacernos pensar en el asunto, mas no pretende darnos ideología alguna. Este cuento es mas bien, una reflexión moral y social. A través del conocimiento de la injusticia y del sufrimiento humano nos obliga a asumir una actitud de niconformidad con respecto a nuestra realidad. He aquí el más alto logro de Vallejo. Esa es por lo menos mi percepción.



A manera de acápite, repito una cita donde el propio Vallejo habla de su relación con el marxismo desde su perspectiva de artista. Esta cita redunda en la idea que les he querido trasladar y espero les ayude a dilucidar las dudas que puedan tener con respecto a qué tenía más importancia en la vida de Vallejo, si la política o el problema humano:



"Hay hombres que se forman una teoría o se la prestan al prójimo para luego tratar de meter y encuadrar la vida, a horcajadas y a mojicones, dentro de esta teoría. La vida viene, en este caso, a servir a la doctrina en lugar de que ésta sirva a aquella. Los marxistas rigurosos, los marxistas fanáticos, los marxistas gramaticales, que persiguen la realización del marxismo al pie de la letra, obligando a la realidad social a comprobar literal y fielmente la teoría del materialismo histórico - aun desnaturalizando los hechos y violentando el sentido de los acontecimientos - pertenecen a esta calaña de hombres..."

lunes, 1 de septiembre de 2008

EDITORIAL



A estas alturas del partido, debemos preguntarnos cuál es la posición del gobierno de Alan García con respecto a las demandas sociales que existen en el país.

Lo sucedido la semana pasada con la protesta de las etnias amazónicas es el ejemplo que necesitamos para aclarar esta duda.

Antes de comenzar, es necesario redundar en la idea de que el veredicto del Congreso sobre los decretos 1015 y 1073 no sólo pone de manifiesto el error de nuestro presidente al promover dichas normas, sino además, que Alan García, y el Primer Ministro Jorge del Castillo sobre todo, trataron siempre de menoscabar y desprestigiar la demanda de los nativos con argumentos infundados.

En realidad el conflicto aún no ha terminado. Todavía no se ha hablado con los indígenas; no conocemos su punto de vista, sus inquietudes. El Ejecutivo y el Legislativo en forma unilateral han discutido y decidido sobre el tema. Alan García no ha hablado directamente con ellos, y al parecer no tiene intenciones de hacerlo. Peor aún: no ha reconocido sus errores, y en vez de enmendarlos persiste en su actitud prepotente de ignorar y someter al pueblo con sus decisiones.

El Presidente no quiere hablar con los indígenas

Lo dicen los hechos. Lo primero que hizo el Presidente luego de oír la decisión del Congreso de derogar los decretos que él antes había impuesto, no fue reflexionar, sino más bien hacerle una nueva propuesta al Congreso persiguiendo los mismos fines para su aprobación.

Con esto volvió a cometer la misma intransigencia de promover una medida que afecta a los indígenas, sin consultarles previamente.

Este acto es, además, reprochable legalmente, pues va en contra del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que indica que cualquier disposición del Gobierno que afecte a la organización interna de una comunidad nativa debe ser consultada con ésta previamente. Tienen todos los elementos para elaborar su propio juicio.

La nueva propuesta de Alan García es absurda

Para comenzar, está claro que el Presidente no quiere poner en manos de los indígenas su propio destino. Dice que sólo basta el 51% de los votos de una comunidad para decidir dar en concesión sus tierras. No sabe que aquí y en la China (es sólo una expresión) el 50% de una población no hace mayoría. Cuando hablamos del 50% de una comunidad nos referimos a la mitad de ésta. Y una democracia es mayoría, no la mitad de nada.

De esto se colige que su propuesta anterior del 50% + 1 o la que aún mantiene del 51%, son en realidad una burla, una cachetada al sentido común. ¿Acaso se quiere reír de nosotros, Sr. Presidente? ¿Qué hacemos con la inconformidad de la otra mitad de la comunidad?, ¿dónde la escondemos? ¿Sabe Ud. qué significa mayoría? ¿Cree que su propuesta tiene algo de democrática?

Nuestro Presidente comienza a mostrar ineptitud

Al parecer todos han pasado por alto el hecho de que el Presidente afirme que se confundió al plantear sus decretos derogados por el Congreso, pensando que se trataba de una propuesta para la sierra y no para la amazonía. ¿Qué tipo de Presidente es el nuestro que no sabe lo que decreta y que es capaz de desatar la inconformidad social sólo porque se le chispoteó? ¿Dónde está su responsabilidad? Su error no es intolerable; es inaceptable. Este tipo de desconciertos no se pueden dar así porque sí. Sin embargo, no hemos recibido una sola disculpa pública de su parte. Alan García dijo simplemente “Yo pensé…”, y se acabó.

En fin. Es realmente preocupante la actitud del señor García frente a las demandas sociales en general. Hasta el momento se ha opuesto a todas, lo que quiere decir que no se ha identificado con ninguna. Lo que es peor: ha esgrimido siempre los mismos argumentos en su contra y actuado del mismo modo todas las veces. Tres son su principales recurrencias y la población debe tomar nota para andar prevenidos:

1.- El Gobierno arguye que las huelgas y protestas responden a intereses políticos, que son manejados por el Partido Nacionalista, Patria Roja e incluso por Hugo Chávez. La realidad: el propio Alan García admitió (después del paro del 9 de Julio) que era legítima la inconformidad del pueblo con respecto a la inflación y el encarecimiento del costo de vida.

2.- El Gobierno quiere desacreditar el derecho del pueblo a las protestas, aludiendo actos de violencia dentro de su desarrollo. La verdad: En Moquegua, el mismo Estado legitimó su protesta, al dialogar con el pueblo luego de reconocer (que es distinto a conocer) el fundamento de su protesta. En lo que respecta a las etnias amazónicas, sabemos que las medidas de fuerzas que adoptaron se dieron después de más de una semana de protestas.

3.- El Gobierno decreta normas sin consultar a quienes afectan. Los hechos: la problemática de las etnias amazónicas que aún nos son escuchados por el Ejecutivo.

¿Qué podemos hacer ante todo esto? ¿Por qué este tipo de traspiés del Gobierno? ¿A qué motivos responden? Luego: ¿Por qué su posición autoritaria de ignorar, someter y desprestigiar a la población? ¿Para quién juega el Estado? Para el pueblo obviamente, no. ¿Qué podemos esperar de él entonces de hoy en adelante? Son interrogantes que el Presidente deberá responder en su momento y que nos toca a nosotros los peruanos reconocer e interpretar.


G. P.

EN BUSCA DE UN RECUERDO
(Última Parte)




Por Oscar Perlado Rodríguez
Comentarios: shagyetc@hotmail.com






Simultáneamente el recuerdo se asocia con el lugar donde nos tomamos algunas fotos aquel día. También mi hermano lo había hecho cuando le tocó recibir la primera comunión dos años atrás. No eran escenarios montados, eran simples paredes o estructuras de las casas aprovechadas por los fotógrafos para improvisar un fondo para sus tomas.

Viendo estos lugares me vino a la mente la imagen de la ruta por donde me gustaba llegar a la iglesia cuando ya no necesitaba ir con mi padre. No reconocí inmediatamente el camino. Como conté en un principio, una vez fuera de la urbanización, cuando llegué al lugar, había olvidado por completo dicha ruta.

Ahora me encontraba en el caso opuesto. Debía ir de la iglesia al punto de partida. Obviamente no podía estar perdido. Desde este lugar sabía en qué dirección se encontraba la avenida de la cual había comenzado la jornada. Sin embargo quise recordar en detalle el camino que había seguido de niño para regresar a casa.

Mire atrás por última vez; observé la iglesia, la tienda, el colegio (en ese orden, para no traicionar su descubrimiento); por último , los dos extremos de la calle donde se encontraba la iglesia. No quise agregarle palabras a esa imagen. Volteé decidido a recuperar los pasos que había dado hacía quince años.

Luego ya en el punto de partida no me extrañó tanto llegar a ese lugar, habiendo encontrado la ruta que había olvidado, si no más bien, el hecho de que entonces prefiriera un camino de veredas calladas, de casas sin gente, asediadas de verdes y callejones que pintaban la ruta de un misterio, como si uno se metiera a un hoyo negro o se escapara de la claridad. No sabía si era una elección propia de mi timidez o de mi búsqueda empedernida de fantasía. A mi parecer no he cambiado mucho puesto que sigo prefiriendo las calles solas, los verdes y los pasadizos sin techo hacia la nada.

Llegué de esta forma al parque de donde comencé la jornada en la mañana. Caminé algunos minutos hasta llegar a mi paradero. Prolongué la caminata con el fin de dar rienda suelta a mis sonrisas sin sentido por el tesoro de aquel día escondido detrás de lo incierto. Ya no era necesario mirar hacia atrás.

No lo esperaba pero la incertidumbre no acabo allí. Ya en el paradero dos carros de la misma ruta pararon para jalar pasajeros (así se dice aquí en Perú). Me decidí por el segundo en llegar. Extrañamente la prisa para todo se me había ido. Esta calma se trasladó al hecho de no correr para alcanzar al primer carro que se había estacionado a unos metros delante de mí. Algo me llamó la atención del cobrador del carro que había decidido tomar. Creí reconocerlo. Era David, otro amigo que había llevado conmigo un curso de diseño grafico hacía tres años, cuando me lo exigía mi especialidad de publicidad, y que vivía en la misma urbanización que yo. Uno de sus hermanos menores había muerto dos años atrás. Era un niño que había estudiado con mi hermana menor en su primer año en el colegio. Nunca pude darle las condolencias del caso, aunque había ido al velatorio acompañado de mi madre con esa intención pero no lo encontramos. Nunca le di un texto que la había escrito a la memoria de su hermano, por cuyo deceso mi hermanita había tenido pesadillas y hasta llorado.

Me dijo en un lenguaje común: ¡Oiga! Ven, sube. Es raro que en Lima un cobrador trate bien a un usuario. Sin embargo subí al carro algo constreñido. La imagen que había tenido de él al verlo había sido el de una derrota. Me había contado unos meses atrás cuando me lo crucé por casualidad en el barrio, que había conseguido un buen trabajo en la aduana del Aeropuerto de la capital. Verlo de cobrador me ensució la alegría de ese día o hizo rebalsar su melancolía.

Ya en el carro me contó que el dueño del ese vehículo era su padre y que ganaba casi 50 soles diarios. No supe si creerle. Sabía que un cobrador podía ganar más de 20 soles diarios, aunque dependía de de la cantidad de pasajeros que llevaba y traía en todo el día, cantidad que obviamente era variable. Ante mi incredulidad, me respondió que él ganaba un sueldo fijo, es decir, que no importaba si les iba bien o mal en la jornada; él recibía su pago completo.

Me extrañé muchísimo pero a la vez, me alegré de que ganara más que el mínimo común de los peruanos, cuyos profesionales a veces reciben menos que él , a pesar de la calidad de su trabajo . Admito que hasta después de bajar del micro no le creí. No sé si por pesimismo o porque llegué a pensar que lo había dicho con el fin de esconder su peruana realidad, borrando de mi mente cualquier suspicacia.

Le agradecí que no me cobrara el pasaje y me bajé. Quise traspasarle a través mi mano tal vez algún tipo de energía. De tal modo que si le iba mal que mejorara todo para él y si le iba bien que todo siga siendo siempre así.

Fue un día para el recuerdo, aunque hubiera sido planeado para buscar uno perdido. Me había reencontrado con mi niño, reconociendo las rutas que solía tomar mi psiquis de niño, mi alma todavía sin forjar. Había sorteado las sombras de mi memoria descubriendo la luz de unos momentos lejanos pero míos. Había repetido caminos antiguos y me había topado con personas que nunca debieron estar allí, o que estaban detrás de lo incierto.

Un día lleno remembranzas, redescubrimientos y reflexiones que me trajo un simple deseo de salir en busca de un pedazo del pasado. Un sinsentido que me llevó al sentido de conocer el camino luego de haberlo terminado. Aquel día pudo haber sido como otro, pero fue como tuvo que ser: un día que volví a la convicción de un camino todavía sin recorrer acechado de incertidumbre.

FIN

¿Existen realmente la bondad y la maldad en el hombre?




Por Oscar Perlado Rodríguez
Comentarios: shagyetc@hotmail.com








Mi posición primera es que la bondad y la maldad sólo existen en la realidad del hombre, no en las cosas:

I) La moral no existe en el mundo exterior

Partiré de un ejemplo para apoyar mi posición.

1.- Ejemplo: El lobo y la liebre

Cuando un lobo ataca, mata y se come a una liebre ¿se podrá hablar de una mala acción? ¿El lobo siente rencor o envidia por la liebre antes de matarla? ¿La liebre es buena por dejarse devorar? ¿La liebre debe ser vengada o ajusticiada por los demás animales del bosque? ¿La maldad del lobo debe ser castigada y la bondad de la liebre exaltada?

Las respuestas a estas interrogantes son inmediatas. Ni el lobo es malo ni la liebre es buena. El lobo no tiene sentimientos en contra de la liebre antes de matarla. No hay necesidad de ajusticiar un hecho natural y hasta cierto punto, necesario. Tampoco es menester ponerle algún calificativo a esta acción.

Por supuesto el tema no se agota aquí. El ejemplo nos sirve para reflexionar acerca de los actos que calificamos de malos o buenos y si existen la bondad o la maldad en ellos. Sin embargo nuestro parecer cambia cuando tenemos el hecho en frente, es decir, si nosotros presenciamos en algún momento un acto como éste probablemente seguiríamos pensando igual, pero actuaríamos de forma contradictoria con nuestro pensamiento. No dejaríamos que el lobo se coma a la liebre. Detendríamos al lobo (en el caso de que tuviéramos la posibilidad) y le diríamos: ¡No, lobo malo! Luego volveríamos a la liebre y le diríamos: ¡Oh no, pobre animalito!

A lo que quiero llegar es que la lógica nos dice que las valoraciones que hacemos de las cosas provienen de nuestro interior y no de las cosas mismas. En el caso del lobo y la liebre, calificamos de malo a uno y de malo al otro sin que en verdad lo sean, como ya he demostrado.

La razón nos dice que los animales no pueden ser buenos o malos porque no tienen intencionalidad; sólo hacen caso a sus instintos, los cuales les sirven para sobrevivir y conservar su respectiva especie. Pero además, los animales carecen de juicio; no pueden discernir entre una acción correcta o incorrecta. Esto sólo es propio de los humanos. Nosotros sí podemos ser buenos o malos porque tenemos sentimientos y deseos, y a veces éstos nos llevan a cometer actos perjudiciales tanto para nosotros como para los demás, dejando de lado la razón, esto es, siendo cínicos:

Aquí termina mi disertación sobre si la moral existe o no en la realidad.



II) La moral existe en el hombre

Pero decir que la moral no existe en el sentido estricto de la palabra, no quiere decir que no exista para nosotros.

Las ideas, v. b., no existen para las cosas, los animales y Dios; pero sin ellas el hombre no podría razonar ni acumular conocimiento sobre las cosas. Los valores, además, existen en nuestro interior ya sea como modelos de vida o criterios de juicio. Luego nos daremos cuenta que la bondad y la maldad están en el hombre en potencia, y en ese sentido son innegables.

La existencia de la moral por lo menos, en el hombre, se comprueba de la siguiente manera:


1.- Naturaleza del hombre

Primero hay que tener claro que el hombre posee entendimiento y a la vez pasiones. El hombre es tanto racional como irracional (siendo lo primero exclusivo de su especie, su parte diferencial). Estas dos cosas forman parte de su naturaleza, por tanto no pueden ser malas o buenas, así como no lo podría ser el comportamiento natural del lobo en el ejemplo anterior.

En el siguiente ejemplo hablaré de una acción que a ojos de cualquiera es malo, pero que traigo a colación con la intención de limpiarlos de cualquier prejuicio religioso o doctrinario. Únicamente de este modo podré afirmar que el hombre es bueno o malo en realidad y no de acuerdo sólo a mi interpretación.

2.- Ejemplo: Una violación

a) Un hombre puede potencialmente desear a una mujer sin que este hecho signifique que sea bueno o malo. Pero como dije antes, el hombre es también un ser racional.

b) Esta afirmación tiene dos consecuencias: no existe hombre totalmente irracional ni hombre completamente racional.

c) Por tanto un hombre sólo puede ser completamente irracional o enteramente racional en apariencia. Un hombre será irracional de manera intencional, no porque lo sea. Más adelante comprenderemos que esa intención, que sólo posee el hombre, es lo que será calificado moralmente.

d) Volviendo a la parte racional del hombre, tenemos que hay un momento en el cual el hombre toma conciencia de sus deseos. Es en dicho instante que el hombre puede decidir entre satisfacer o no su deseo.

e) Cuando se decide por lo primero es que nace la intención. Ahora bien, sólo me queda demostrar si dicha intención puede ser calificada de buena o mala, y de esta forma mostrar la existencia de la moral en el hombre.

f) ¿Se puede decir que la intención de este hombre es mala o buena? Yo digo que sí. Porque este hombre es libre de optar. Nadie lo obliga a seguir su deseo (en contraste con el lobo); la naturaleza del hombre no es ser completamente irracional. Si decide abusar sexualmente de la mujer que desea, entonces estamos hablando de una mala intención, ya que este hombre ha tomado conciencia de su deseo y pudiendo inhibirse y superarlo, opta por complacerse, dejarse llevar de manera animal, siendo él un hombre.

Vemos en este hombre el cinismo de conocer sus instintos y de no manejarlos a sabiendas del daño emocional y material que le causará a otro ser al ir en contra de su voluntad y libertad.


III) Conclusiones:

1) El ejemplo me ha servido para mostrarles que la bondad y la maldad existen en tanto el hombre piensa y siente.

2) El hombre tiene sentimientos y pasiones pero mientras posea conciencia no puede dejar de asumir las consecuencias de sus actos.

3) La moral se encuentra de manera implícita en el hombre, porque gracias a su naturaleza éste tiene la posibilidad de moderar sus instintos.

4) Si el hombre sólo tuviera razón no necesitaría moral. Si sólo fuese instinto (como el lobo) no sería un ser moral, no podría ser calificado de bueno o malo.

5) El hombre es malo o bueno en cuanto puede decidir entre una conducta nociva y otra correcta.



Nota: Vale la pena aclarar que no todo acto irracional es reprochable o malo, por lo que la moderación o la moral en estos casos, no son necesarias.

Las necesidades de comer o dormir, por ejemplo, son irracionales, mas si el hombre no las dejara ser, iría en su perjuicio. Un hombre (insisto en la idea) decide entre comer o no, de acuerdo a las circunstancias en que se encuentre o según lo que se haya propuesto. Pero es claro que tiene plena conciencia de lo que le beneficia o perjudica. Las consecuencias de sus actos sólo dependen de él.

Eso es todo cuanto tengo que decir.





Las Cosas que no Pasan




Política Farandulera




Por Martín Barrera Tello
Comentarios: marbarrera@gmail.com









Al parecer nuestros políticos no quieren perderle el paso a los últimos formatos que proponen los medios de comunicación para catapultar a cualquier persona a la categoría de estrella por un día. Por ello hablan, gritan, mienten, matan mascotas, bailan tecno-cumbia, se contradicen, comen con las manos, viajan por horas para visitar los lugares más inhóspitos con la única finalidad de tomarse fotos para ser conocidos por ese sector de compatriotas que no saben leer ni escribir. Y tal como sucede en nuestra enana ¿prensa? de espectáculos, los líderes de los principales grupos de poder, se atrincheran en sus locales partidarios tan improvisados y precarios como su concepción sobre el futuro del país, para lanzarse improperios con esa mala intención que ya quisiera tener la otrora reina del mediodía, ahora que ha vuelto a coquetear con la pantalla chica.

Y como en la televisión, en la política también se vive de la medición de la popularidad, por ello siempre cada fin de mes nuestros gobernantes (y los que pretenden serlo) hacen hasta lo imposible con tal de figurar en las encuestas de intensión de voto. Tapan los escándalos con las mismas malas artes que los panelistas de un talk show y aseguran que quienes están en contra de ellos son enemigos del país. Y así pasan “Moqueguazos” (nombre más sensacionalista que real) o el último caso de la vida real llamado “Ley de la Selva”, donde, como no podría ser de otra manera, vencerá el más fuerte.

Jorge del Castillo, siempre tan oportuno cuando se trata de defender al presidente, calificó de “oportunistas” a quienes han respaldado la derogatoria de los decretos legislativos 1015 y 1073, lesivos para las comunidades nativas de la selva (es decir, Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Lourdes Flores y toda la variopinta clase política nacional) y aseguró – sin que nadie se lo pregunte – que no está pensando en las próximas elecciones.

“Nosotros (el régimen) estamos sembrando el futuro del Perú. Estamos trabajando para ello, a mí no me preocupa en lo absoluto las próximas elecciones", sentenció con la misma seguridad de un panelista del felizmente desaparecido programa de Laura Bozzo. "Sería un necio si yo desempeño mi puesto de Primer Ministro, pensando en una candidatura futura. Yo no tengo que condicionar una cosa a la otra, realmente sería un craso error", añadió en una entrevista para radio este último fin de semana.

No hace falta decir que las respuestas llegaron de inmediato. Gilberto Díaz, el Secretario General de Perú Posible (partido que durante los dos primeros años del gobierno de Alan García brilló por su ausencia), manifestó que las críticas hechas por el ex presidente Toledo no tienen nada de oportunistas. “Es evidente que los decretos favorecían a los ricos. Por eso les decimos a Del Castillo y a García que los oportunistas son ellos, porque buscan la oportunidad para sacar su comisión por la venta de tierras”. Por su parte, Juan Carlos Eguren, legislador del Partido Popular Cristiano, refutó las declaraciones del premier. “El show de Del Castillo nos preocupa. Será que la desaprobación lo lleva a hablar torpezas. Sus palabras lindan con la estupidez”, sostuvo, dándole a esta situación más tinte farandulesco y menos calidad política.

Juan Sheput, otrora parlamentario de Perú Posible, tampoco soportó quedarse callado y afiló su mejor discurso: "este tipo de declaraciones, en las que se ve la permanente pérdida de compostura de Del Castillo, demuestra su afán de ser el postulante aprista en las elecciones del 2011. Él no debe atribuir a terceras personas lo que está pensando en su fuero interno".

No sería extraño que se pronuncien los demás aludidos y otros que quieran buscar notoriedad a costas de los principales problemas del país. Las palabras seguirán siendo las protagonistas de nuestra escena política mientras que veintiocho millones de peruanos se han pasado toda su vida escuchando discursos que no les han servido para mejorar su calidad de vida. Todo esto a más de dos años de iniciarse la campaña presidencial que, a este paso, tal vez compita en nivel de sintonía con Magaly TV.

Lo Vemos?


Por Pablo Lazo Valverde
Comentarios:
cavaliny@hotmail.com

























Click sobre la imagen para ampliar



































































lunes, 11 de agosto de 2008

Editorial





En nuestro editorial anterior dejamos en claro que como consecuencia del apoderamiento por parte del oficialismo de la Presidencia del Congreso (PC), no existe en el país oposición. Y las cosas van de mal en peor.

La última batalla que le tocaba librar a la oposición era la posesión de la Comisión de Fiscalización del Congreso. Como sabemos la ínfima oposición que hasta hora ha tenido este gobierno, ha provenido sobre todo del Partido Nacionalista (PN) y de Unión por el Perú (UPP). Recordemos que su suma no logró competir con la opción oficialista (con 66 votos a favor) en la elección para la PC. Lo lamentable en realidad, es que UPP no demostró en ese entonces ser un partido uniforme al otorgarle algunos de sus votos a Javier Velásquez Quesquén, demostrando de este modo el poco acuerdo que existe entre sus integrantes y una ideología contradictoria.

Las consecuencias de esta falta de concierto en sus filas desembocaron en una división. UPP ya no es UPP. Tal vez nunca lo fue. UPP se partió en dos literalmente (cada parte se quedó con 8 integrantes): un grupo que conserva el nombre del partido de origen y otro que se autodenomina Unidad Patriótica Peruana-Bloque Popular, nombre sugerente que parece aludir a otro UPP equivalente al anterior. Sin embargo el nombre es lo de menos; debía tener cualquier nombre que le confiriera unidad y no lo ridiculizara políticamente frente a los demás partidos.

En consecuencia, no le dieron la Comisión de Fiscalización a UPP, sino a lo que quedó e ella. Peor aún. Se la dieron a la parte de UPP que es complaciente con el oficialismo, encabezada por el suspendido José Vega, por haber contratado en su despacho a su nuera Susana Silva Paz, que nunca fue a trabajar.

Es así que la Comisión de Fiscalización que representaba el último aparato para el equilibrio del poder en el Congreso, ha caído en manos del oficialismo. Con esto ya no existe definitivamente oposición en el Congreso, no sólo en lo que respeta a representatividad sino sobre todo a su participación efectiva como ente regulador del presente gobierno, lo que determina por lo menos un modelo antidemocrático en nuestro país .

Sin oposición al Ejecutivo y sin oposición dentro de un Parlamento oficialista, el equilibrio de poderes y con esto, la democracia en el Perú, han sido vulnerados. Todo esto en sólo dos años de Gobierno. Quedan tres sometidos a la incertidumbre de no poder ponerle peros al actual régimen y al peligro potencial de una nueva dictadura.




G. P.

Catarsis

CRÓNICAS CRÓNICAS











Por Abel Peralta Quiroz
Comentarios:
mr.ritchmond@hotmail.com








I
Me contó aquella extraña anécdota suya una madrugada de febrero en el Gato Negro, con más de diez botellas de cerveza vacías sobre la mesa e incontables colillas de cigarrillos Mr. Ritchmond aplastados en el cenicero, cuando la densa oscuridad de las noches de verano empezaba a desvanecerse hacia un púrpura platinado en el firmamento sin luna ni estrellas, y acaso un gallo desvelado cantó en el techo de algún edificio cercano. Al volver a casa, todavía muy obnubilado por los deliciosos efectos secundarios del alcohol, lo escribí de un tirón en un pedazo papel que arranqué de un viejo cuaderno que encontré en el baño, con letra ambigua y ortografía de camionero, para que, en los delirios del sueño que estaba a punto de derrotarme, no se me perdiera ningún detalle o éstos no se enredaran con otros que nada tenían que ver (aunque en el transcurso de los meses que preceden a esta publicación he llegado a la conclusión que por más esfuerzos que uno haga, la memoria siempre se queda con los mejores trozos de nuestras ideas). En los días siguientes le di mil vueltas al borrador en bruto, lo giré al derecho y al revés, probé empezar por el final y terminar con el inicio. No funcionó. Lo volví a su posición inicial y volví a escribirlo todo en primera persona (un recurso fácil que utilizo siempre para no enredarme con los avatares del tiempo y espacio). Luego lo dividí en cinco partes desiguales (otro recurso fácil que utilizo siempre porque no puedo sostener la secuencia de hechos de un relato por más de una página), como suelo hacer con las crónicas que escribo para Cambios, reescribí el final porque no terminaba de convencerme el que me había dictado el propio protagonista. Eliminé sin miramientos algunos párrafos que sobraban y otros que no encajaban con el estilo que quería imprimirle al texto. Consulté en el diccionario ciertas palabras simples para eliminar las redundancias ociosas de las que por lo general abundan en mis escritos pues no soy un experto con la retórica. Con no poco esfuerzo logré terminarlo en dos semanas de aislamiento absoluto, y cuando volví al mundo, se lo mostré a Gabriel mientras tomábamos sendos vasos de licor barato en un sucio bar del óvalo de Santa Anita. No le gustó, además según me dijo “no es un cuento creíble” y mucho menos podría ser un testimonio fidedigno de un tipo descarriado. Entonces no me quedaron dudas: Era la historia que había estado buscando por muchos años desde que me dedico al triste oficio de escribir. Volví al bar el sábado siguiente, tratando de encontrarle un título que vaya a tono con el texto, en medio del calor del contagioso alboroto de los numerosos obreros de construcción del barrio que, cayendo la noche iban al bar a refrescar sus fatigados cuerpos; lo encontré dos cervezas más tarde, en una brillante frase de un viejo concurrente que reaparecía después de meses de ausencia, tras escapársele por poco a la muerte, y le dijo a sus camaradas inflado de orgullo: “Puta madre, yo ya estaba muerto”. Exactamente una semana después lo tuve listo y con el tiempo vencido, se la envié a Ernesto, responsable de edición de una revista limeña en la cual escribo una columna mensual, más por quitármelo de encima (porque cada día que pasaba me parecía menos bueno de lo que creí en un inicio, y la idea de tirarlo definitivamente al bote de la basura empezaba a rondar) que por expectativa de podía generar en los escasos individuos que se pueden dar el lujo de quitarle tres cervezas a su fin de semana para comprar un semanario tan pobre, y sentirse un poco más ilustrados.

II
Nos conocimos meses atrás en la sucia barra del bar Azul, de la Avenida Arenales, a la cual solíamos ir a beber solos porque ninguno de los dos tenía amigos, y desde el primer momento que cruzamos palabra supe que nuestras historias estaban unidas indefectiblemente por el mismo cordón umbilical del fracaso. Entonces yo acaba de abandonar la facultad tras dos meses de farsa impuesta (absolutamente convencido de que no servía para nada en el mundo que no fuera escribir, leer literatura de la mala y tomar cerveza o vino los sábados en el Melonio), y él, (a quien todos llamaban con su viejo alias de perro callejero: “Colita”) de fugarse de la correccional, donde pasó toda la adolescencia, a donde lo envió su padre tratando de regenerarlo por la fuerza de sus hábitos de perro vagabundo y su adicción al alcohol y las drogas. Dos meses después aún no tenía decidido qué carajos hacer con su bendita libertad después de haber peleado tanto hasta conseguirla sobornando a sus carceleros. No fue difícil congeniar pues en el fondo éramos la misma persona doblada y puestos por dios en dos contextos opuestos, pero predestinados a encontrarse en sus respectivos peregrinajes hacia la nada. A pesar de ser un muchacho inculto tenía gran aprecio por la lectura y siempre que nos encontrábamos para tomar un par (o más) de cervezas en la barra le llevaba un ejemplar de la revista, con mi crónica en la página 25 (la última, cómo no) que luego me comentaba con gran entusiasmo. Tenía en mente habla hacer algo con lo poco de su agitada vida que me había ido contando a lo largo de nuestra amistad, y aunque se lo había comentado, nunca había pensado seriamente en ello, y mucho menos había escrito siquiera un párrafo de borrador, porque lo veía como un proyecto futuro que parecía no tener fecha de inicio (al menos por el momento). El día que le mostré el primer borrador con el relato de su épica hazaña, que incluía (como el Mesías), muerte y resurrección, quedó tan fascinado que me ofreció una cerveza, que acepté de buena gana a pesar de estar con prisa pues me iba a la embajada a renovar mi pasaporte. Me prometió seguir contándome de a pocos la saga completa de su caótica vida (que incluían, para avivar el morbo de los lectores, las oscuras travesuras sexuales de su antigua pandilla en pleno con un seudo periodista que entonces era reportero, y hoy frente a las pantallas funge de moralista y protector de la infancia perdida). Le prometí escribirlas todas e ir publicándolas una a una en la página veinte (la última, cómo no) que me habían asignado. Me apresuré a despedirme porque venía bastante retrasado y él, volviendo la cara para auscultar las exuberantes posaderas a Julia, la camarera, que en ese momento se iba a la cocina, me dijo sin mirarme.

- Y vamos a medias, compañero.

III
Como la historia no fue publicada en la revista (y no es que yo perdiese el tiempo leyendo aquel tabloide en el cual escribía sin mayor inspiración que el dinero, sino que nunca me llegó a casa el sobre con los ciento veinte soles que teníamos acordado por cada columna de una página y media), fui a hablar con Mario, que, a la renuncia de mi buen amigo Enrique, acababa de ascender al puesto de director. Me recibió en su casa, vestido de fiesta, con un gran vaso de whisky en la mano, y la misma sonrisa hipócrita que siempre solía regalarme cuando nos cruzamos en los pasillos de la redacción (porque hoy que escribo esto para otra absurda publicación y no tengo ninguna atadura moral que me impida hacerlo, puedo decir sin temor a equivocarme, que nunca me quiso como columnista en su revista); me invitó a tomar un trago, que no rechacé no tanto porque disfrutara de su compañía como sí del fino licor que siempre tenía en sus repisas. Luego trajo una botella de vino y continuamos bebiendo y conversando como nunca habríamos de beber y conversar nunca más. Hacia las once de la noche, cuando habíamos hablado de todo menos del asunto por el que había ido a visitarlo, tomé la decisión de entrar a velocidad peligrosa por la pendiente de nuestras diferencias que, habiendo madurado por meses hasta volverse insufrible, y ahora terminaban con una artera censura definitiva que no esperaba (ciento veinte soles menos a mis exiguos ingresos era algo inesperado desde todo punto de vista). Me armé de valor para mirarlo de frente, con todo el desprecio que sentía por él y su ridícula publicación, antes de preguntarle a quemarropa: “¿Qué pasó con mi columna?”:

- No podíamos publicarlo como está. – Me dijo de saque, dejándome en claro que no había marcha atrás a la decisión de su comité editorial, que acaso me odiaba más que él mismo y por lo mismo ahora estarían celebrando mi, lo mismo que abrupta, previsible, salida.

- ¿Y por qué no? Nunca han puesto objeciones a mi columna y la única condición con la que entré a la revista fue la libertad para escribir lo que me viniera en gana. - repliqué tratando de explicar las (ahora) caducas condiciones bajo las cuales fui integrado al staff de escritores del entonces novel proyecto literario de Enrique.

- A mí personalmente me agrada cómo escribes y me gustaría que te quedaras, pero ahora tenemos otras perspectivas… digamos un tanto mediocres para tu enorme talento.

Podía notar en su rostro toda la hipocresía posible (esta vez sin disfraces pues el alcohol nos había despojado de aquellos recursos de cortesía que siempre usábamos para tratar de sobrellevar una interminable guerra fría que se había extendido por dos largos años, y que ahora, ungido como la cabeza de la publicación, tenía en sus manos mi destino). Él continuó aun:

- A menos que lo reescribas en tercera persona y le pongas algunas objeciones al comportamiento de tu protagonista… no sé si sepas, pero estamos pensando en ampliar nuestra distribución a un público más diverso y comprenderás que…

- No soy Carlos Cuauthémoc, a Dios gracias. – Repuse furioso, dejando caer sobre la mesa el vaso, cuyo contenido saltó por encima del borde, mojándome los pantalones e inundando el piso bajo mis pies.

- Pues no estaría mal que ensayaras algunos como los él – Nos sería de muchísima utilidad en esta nueva etapa que estamos empezando - replicó con una sonrisa de burla.

- Ese tío escribe huevadas– alcancé a decir antes de levantarme indignado y abandonar la habitación, tambaleándome, en medio de un estallido de improperios que hoy prefiero olvidar. En la sala tropecé con mono disecado sobre una base de madera, y lo pateé fuerte contra la pared antes de abrir la puerta, salir, y cerrarla violentamente. El viento glaciar del invierno limeño entró por mis fosas nasales, abriéndose paso a puñaladas por mi tráquea, e inundando de fresco aire mis arruinados pulmones.

IV
Caminaba de regreso a casa arrastrando los pies y zigzagueando, desde el paradero de la línea 79. Entre las brumas de la embriaguez era consciente que acababa de darme nuevamente contra un portón infranqueable y era hora de empezar de cero, aunque no tenía una remota idea del cómo ni dónde. A un lado de la carretera, desierta a esas horas, un gato negro tomaba agua de un sucio charco que se había formado en una leve depresión del suelo, con el agua de la copiosa lluvia que había caído a la tarde. Estaba en mangas de camisa y temblaba, aunque eso poco me importaba porque la calentura que llevaba encima estaba terminando de cocerme a fuego lento. El gato alzó la cabeza y me miró fijamente. Le sonreí buscando en sus enormes ojos esmeralda, algún rastro de complicidad. Se volvió, indiferente. Hundió nuevamente el hocico en el charco y se echó un sorbo más antes de alejarse corriendo junto a las vías del tren, hasta desaparecer en la más completa oscuridad detrás del desierto hangar donde algunos años antes la pandilla del “Colita” se refugiaba para beber y drogarse, y fornicar toda la noche por unos cuantos pesos (para seguir bebiendo y drogándose) con el insaciable reportero (y hoy periodista) homosexual. En el fondo me sentía feliz de que no me hayan censurado en la mugrosa revista de Mario por ser un mal escritor.


Las cosas que no pasan




Una vez más arana*, Alan García




Por Martín Barrera Tello
Comentarios: marbarrera@gmail.com









De un tiempo a esta parte nuestros políticos parecen hacer hasta lo imposible para convencernos de su falta de vergüenza. Primero, el oficialismo y el fujimorismo (con un descarado cinismo) tranzan por debajo de la mesa para ganar la Presidencia del Congreso. Luego los perdedores, que nunca pudieron consolidar una oposición cohesionada, forman pequeños grupos en el Legislativo con la finalidad de alcanzar por lo menos la presidencia de alguna de las comisiones para el siguiente periodo parlamentario. Después, el Presidente García presenta un mensaje lleno de cifras tan abstractas como las ciencias matemáticas, olvidando tal vez que somos los últimos en Latinoamérica en esta rama del conocimiento.

Lourdes Flores por su parte, dice que García es el “presidente de los ricos”, además de una serie de acusaciones que no le sirven de nada en el ajedrez de la política nacional. Alberto Fujimori celebra su cumpleaños con un exclusivo concierto en su celda dorada a vista y paciencia (y tal vez consentimiento) de las autoridades del INPE del gobierno aprista. De Ollanta Humala mejor ni hablar, porque su silencio es casi tan imperceptible como su participación en la escena de la opocisión. Y a Antero Flores Araoz se le olvidó de la noche a la mañana su intención de apresar a la bailarina que posó desnuda con la bandera, en un ataque de amnesia sólo comparado con el de aquel congresista que en el pasado fue ácido crítico de García y ahora forma parte de su Gabinete en la Cartera de Defensa.

A la Ministra de Transporte las decenas de muertes en las carreteras peruanas parecen no hacerla pensar en una renuncia al cargo, al igual que hace casi un año cuando todo el Perú vivió el colapso del servicio de telefonía celular y ella seguía en su oficina como si nada hubiera pasado; mientras Luis Alva Castro se mantiene más seguro que nunca en el Portafolio del Interior, para peligro de quienes transitamos a diario por las calles de Lima y el país. Por si fuera poco, Agustín Mantilla demuestra el poder que aún tiene frente al presidente García, y coloca a un amigo suyo en uno de los puestos claves del gobierno. Y él, al igual que quien lo recomendó, es un personaje que no se caracteriza por su ejemplar trayectoria como funcionario sino que, para no desentonar con todo lo antes mencionado, es un digno representante de nuestra actual clase política.

Su nombre es Carlos Arana Vivar y es el flamante director del Fondo de Compensación para el Desarrollo Social (Foncodes). El mismo que fue viceministro de Construcción y Saneamiento y sólo permaneció en el cargo 48 horas; y que meses después fue designado jefe del programa Agua para Todos, donde no pudo permanecer más de dos semanas, ahora será el encargado de manejar el gasto de los programas sociales del gobierno. No es un técnico especialista en este tipo de gestiones sino un militante aprista con mucha influencia en el partido, razón tal vez más que suficiente para volverle a dar una tercera oportunidad en el régimen de Alan García.

¿Pero su nombramiento es una casualidad o el respaldo a su capacidad? Que Arana Vivar sea militante del partido de la estrella echa por tierra la posibilidad de que su elección haya sido un albur. Por otra parte, la acusación que le hizo el Consejo Superior de Contrataciones y Adquisiciones del Estado (Consucode), cuando la empresa que el representaba usó documentación falsa para renovar su inscripción como ejecutora de obras y participar en las licitaciones del Estado, pinta de cuerpo entero su proceder como empleado público.

Arana no cuenta con todos los requisitos que un funcionario debe tener, pero es aprista. Tal vez no sea su especialidad manejar presupuestos, pero conoce a la perfección las estrategias para manejar masas y campañas en una época en la que ya no falta nada para el periodo de elecciones presidenciales. En sus manos estará terminar de sensibilizar a las personas que se benefician con los programas de asistencia social del Estado.

Y la Ministra de la Mujer, de cuya cartera depende Foncodes, sólo observa. Susana Pinilla saluda el nombramiento de Arana, y dice que es la persona más capacitada del grupo de candidatos que podría ocupar la jefatura de esta institución. Otra mentira. Y Alan García, que durante los últimos días se deshizo en halagos para este personaje durante una inauguración de obras, cree que los peruanos no tenemos memoria.

Las cosas no han cambiado mucho, pero dicen que el Perú avanza. Un arana* más de nuestro presidente.


*arana.
1. f. Embuste, trampa, estafa. (DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA - Vigésima segunda edición)

Mundo de Palabras

Las increíbles aventuras de un súper perro tercermundista.
O, simplemente, mi mascota Rinti









Por Alex Alejandro (invitado)


A Martín B.,
por hacerme recordar el placer
de una crónica bien escrita.


Rinti era un perro que no tenía raza definida. Era una mezcla entre pastor alemán y algún otro perro de pelo corto. Sus orejas se alzaban levemente con el llamado de mi padre y su cola golpeaba el piso después de escuchar los platos que mi madre llevaba a su balde de comida. Rinti tenía pelo muy corto y en su lomo grandes manchas de colores negro y mostaza oscuro, y en su hocico pelitos blancos como barbas de un anciano o un filósofo de Oriente. En resumen Rinti era como un hermano que los dioses convirtieron en perro para que nos cuide.

Desde que tengo uso de razón siempre ha estado presente Rinti, siempre cuidando la casa y cuidándonos a nosotros y lamiendo mi rostro. A veces lo recuerdo y cierta nostalgia me invade y es cuando extraño sus ladridos, y con ello los momentos felices de mi infancia. Recuerdo que me gustaba levantarle las patas delanteras para que camine mientras me mordía levemente las manos, que soportaban el peso de una felicidad mutua entre un niño y su perro.

A veces sus ladridos me ponían triste pues acompañaban las peleas en mi casa. Yo asustado siempre iba donde él y le contaba mis cosas, sobre las niñas que me gustaban, de mi malas calificaciones y de los miedos que me seguían. Una noche mis padres que normalmente llegaban a casa a las siete tuvieron un accidente. Yo estaba solo, esperándolos como siempre mirando los minutos faltantes para recibirlos junto con Rinti. Pero esa noche llegaron muchas horas después. Entonces me vi solo y asustado e hice lo que todo niño de ocho años haría en mi lugar. Comencé a llorar desesperadamente.

Recuerdo estar abrazado con Rinti mientras lloraba e imaginaba los más crueles finales a mi historia de niño de ocho años. Rinti solo me lamía el rostro como limpiándome de las tristezas y del dolor producidos más por mi imaginación que por la realidad. Esa noche lo abrace tan fuerte y con tanto amor que sentí que de algún modo me estaba hablando y consolando. Pasadas las horas mi padre me despertó del suelo donde me había quedado dormido con mi perro. Abrí los ojos lentamente y vi a mis padres y a Rinti y entonces volví a dormir pensando que mi perro era un superhéroe y que fue a rescatar a mis padres de los peligros a los que estaban expuestos por lo que no podían venir a ver su último hijo que moría de miedo y tristeza.

Cuando tenía entre cuatro y seis años intenté montarlo para jugar a los caballeros de la mesa redonda, donde yo sería el rey Arturo y él mi fiel corcel; pero siempre se echaba pues no soportaba tanto peso. Entonces me alucinaba He-man y con un palo de escoba que utilizaba muy bien de espada, le daba poderes increíbles y se transformaba mismo Gringer en una cruel fiera que lucharía conmigo contra las fuerzas malvadas de Esqueletor. Para mí, mi perro era sencillamente lo más grande que tenía.

De niño había escuchado decir a mi madre que Rinti le salvó la vida a mi hermano, un día en que lo estaban asaltando con una pistola a unas cuadras de mi casa. Dicen que mi perro se volvió loco y comenzó a golpear la puerta para que lo dejen salir y al abrir la puerta pensando que quería orinar, Rinti fue corriendo hasta el lugar del asalto donde mordió al ladrón y dio libertad y tranquilidad a mi hermano mayor. Mi madre le dio ese día un pollo a la brasa entero y su hazaña fue tema de conversación durante muchas semanas después.

Super perro

Si superman era vulnerable a la criptonita, Rinti lo era al sonido de los fuegos artificiales. En épocas navideñas y de año nuevo era imposible ver a mi perro en la calle. Su único lugar era bajo la cama de mis padres. Ahí siempre se quedaba, temblando, aterrado y con la mirada extraviada en la oscuridad del cuarto. A pesar de todo nunca dejé de admirar a mi perro por su valentía y amor a las cosas. Creo que todo tenemos derecho a no ser valientes en todo.

Hablando de derechos, creo sin temor a exagerar que no todos debemos tener como perro modelo a Lassie. Creo que la perfección de mascota me parece hasta patético. Mi perro Rinti no tuvo un pelo radiante agitado por ventiladores, no iba corriendo para llegar en el momento justo para salvar una vida, no comía alimento especial de nombres extranjeros y mucho menos nunca recibió una distinción por mi sociedad o por mi calle de cuatro casas; pero mi perro no necesitó ninguna de estas cosas para sembrarse en mi corazón de chibolo y retoñar en palabras o intentos de crónicas o relatos.

Mi perro Rinti tenía un parecido físico a la famosa estrella de Hollywood llamado Rin tin tin, quizás por eso el nombre con que fue bautizado sin misa y sin agua bendita. Aunque pensándolo mejor, Rin tin tin en sus mejores tiempos tenía cierto parecido a mi perro. Así esta mejor. Estas estrellas por muy animales que fuesen siempre se creen superior a uno. Ahí encontramos a los modelos de toda índole (humanos, animales, humanos animales y animales humanos).

Hace algunos meses vi algunas películas sobre un perro bombero, un súper perro y perros que protegían al mundo de una manera incubierta de los malignos gatos que querían conquistar la raza humana. En realidad existen una infinidad de películas sobre perros, ¿pero cuántos perros merecen ser el personaje de sus propias historias en el cine? Me parece haber leído que hasta los perros tienen extras, lo que me parece increíble y creíble a la vez, y es que en este mundo uno ya puede creer de todo y a la vez de nada.

Entre lo perros más famosos se encuentran Rin tin tin, Lassie, Pluto, Scooby do, Bongo (de Los Dálmatas), Astro (de Los Supersónicos), Bandido (de Johny Quest), Barn (Enemigo del Gallo Claudio), Beethoven, Benjuí (perro bombero), Can Can (Perro de los Niñonautas), Charlie (perro de Porky), Dun Dun (ayudante de la tortuga Dartañán), Dino (de los Picapiedra), Droopy, Snoopy (de Charle Brown), Goofy (Tribilín), Hukcleberry, Hush Puppies, K-9 (compañero de Intergaláctico), Odie (de Garlfield), Patán, Pulgoso, etc, etc, etc ...

La cantidad de perros es interminable, cada uno con su propia historia y sus propias formas. Desde los mas inteligentes hasta los más monses, desde los más buenos hasta los más malos, siempre pendulan en sus polos opuestos más vendedores. Pero creo que por más famosos y lindos y perfectos que sean los perros de la Tv, yo siempre seré fanático religioso de mi querido perro Rinti que hoy descansa en la omnipresencia forma de la muerte.


Errar es de humanos, no de perros

Mi perro ayudaba a mi mamá a levantar la canasta de víveres con su hocico mientras ella iba corriendo para poder alcanzar al carro que siempre paraba y pisaba para arrancar antes que el pasajero suba. Mi perro siempre acompañaba a mi padre todos los días en las madrugadas-mañanas cuando iba al trabajo. Mi perro daba la mano y hacía pechito pechito (acto de poner sus patas delanteras en el pecho de uno), y tocaba la puerta para entrar y para salir. Mi perro se peleaba para defender a otros perros más pequeños. Mi padre y mi perro tenían enemigos comunes por así decirlo, el vecino y el perro del vecino.

Yo creo que errar es de humanos y no de perros. Hasta donde recuerdo mi perro nunca cometió falta alguna; pero nosotros sí. Cuando llegaba un nuevo perro a mi cada todos nos centrábamos en el cacharro y dejábamos de lado al viejo Rinti, y el colmo fue que cuando de viejo el necesitaba más nuestra ayuda y no nos dimos cuenta de lo urgente que era. Mi perro estaba enfermo y se estaba muriendo. Un día salió para no volver. Un día dejamos de escuchar sus ladridos para extrañarlos para siempre. Un día nos dimos cuenta que la familia no estaba completa y es cuando nació su leyenda para entrar a un imaginario colectivo de sobrinos, nietos y familiares.

Aunque haya pasado muchos años, quisiera decirte Rinti que tú eres la estrella principal de la película de mi infancia, y que hasta ahora no me perdono haberte dejado ir sin saber nada más de ti. Gracias por escogerme para ser tu amigo. Gracias por tus lambidos que fueron como abrazos. Gracias por todos tus ladridos.

Lima, 6 de Agosto de 2008
00:58am




Curso de Sabiduría



CURSO DE SABIDURÍA DE LA ESENCIA : CLASE 11












Por Fabrizio Davelouis Valega
Comentarios a:
fabrizioemptiness@hotmail.com








Teoría [principio] y realidad:

La teoría se abstrae de acontecimientos de la realidad, pero la teoría no es la realidad.

Condiciones que transforman una teoría en realidad:

[1] Condición Inicial.

[2] Condición Terminal [meta o propósito].

[3] Condición Constitutiva.

[4] Condición de Límite.


FIN DEL CURSO DE VIDAOLOGÍA




















Ostracismo

El deseo y el pensamiento









Por Oscar Perlado Rodríguez
Comentarios: shagyetc@hotmail.com









Este artículo tiene la intención de que nuestros lectores conozcan qué aspectos del deseo y del pensamiento son negativos en nuestra vida diaria y cómo aprender a reconocerlos y manejarlos, de tal modo que podamos estar sobre ellos y no dejarnos manipular por los mismos.

Antes de empezar la reflexión en sí tenemos que concordar en que tanto el deseo como el pensamiento proceden de nuestro interior, de nuestra psiquis, y allí se desarrollan. Por tanto es aquí donde hay que atacarlos, no en otro lugar.

I) El deseo

“Movimiento del alma que aspira a la posesión de alguna cosa”. Esta definición común del término nos permite darnos cuenta de inmediato que el deseo trae de por sí una idea trastocada, es decir, que es un mal inventado. Su concepción no tiene pies ni cabeza. Es de esperar que si deseamos algo, el alejamiento o acercamiento de ese algo determinará nuestro estado de ánimo. Entre más cerca esté más felices seremos; entre más lejos, más infelices. Es así que nuestro ánimo dependerá de algo exterior a nosotros. Aquella felicidad y aquella infelicidad en verdad, no existen, son ficticias. Si nuestra tristeza y alegría dependen de la obtención de algo exterior, nunca podremos estar satisfechos, siempre seremos desdichados y sufriremos. Es de la idea de posesión de la que debemos despojarnos. No poseemos nada que no tengamos.

II) El pensamiento

En cuanto al pensamiento, todos sabemos más o menos lo que es, aunque muchos equivocadamente lo equiparan a la razón. Pero lo cierto es que el pensamiento puede darse sin razón. El devenir de las ideas es algo inevitable. El razonamiento, en cambio, es impostado, manejado por la voluntad.

Justamente ese es el inconveniente del pensamiento que no tiene nada que ver con la razón y la lógica. Es completamente irracional y obedece muchas veces a los impulsos del subconsciente. Antes del pensamiento está la sensación, que nos transmite de forma espontánea la información del exterior. El problema empieza cuando esta información llega al pensamiento y éste emite un juicio o interpretación al respecto. Este juicio puede contener razón o ser erróneo. Es este último pensamiento el que nos preocupa. Es el juzgamiento equivocado de la realidad el que nos trae consecuencias nefastas. La ignorancia o la mala interpretación nos conducen al error y por tanto a la infelicidad.

III) Análisis

Es necesario aclarar que uno no puede eliminar o deshacerse del pensamiento o del deseo (según sea su caso). Uno puede tomar conciencia de ellos, manejarlos, moderarlos: sólo eso. En ese sentido, el pensamiento y el deseo son ineludibles y por tanto intrínsicos al hombre. Mientras seamos seres pensantes y no podamos evitar el simbolizar, ese será nuestro sino. Es paradójico, por cierto, el hecho de que el pensamiento y el deseo puedan en ciertas circunstancias, perjudicar al hombre a pesar de ser propios de él y que con la razón e incluso, con el propio pensamiento, tengamos que controlarlos, interponiéndonos en su actuar.

IV) Conclusiones

Sobre el deseo:

Debemos comprender que no hay una separación real entre nosotros y el exterior, que en ese sentido, no debe haber frustración alguna, pero, a un mismo tiempo, que el libre albedrío o la conciencia están en todas las cosas del mismo modo como en nosotros, y que, desde esa perspectiva, las cosas no le pertenecen a nadie más que a sí mismas. Si tenemos claro este hecho, entonces nos podremos dar cuenta de que todo deseo insatisfecho nos llevará a un desequilibrio vano, porque en realidad no hay nada lejos de nosotros ni que debamos perseguir. Toda cosa es parte de nuestra realidad pero a la vez conserva una independencia interior.

Sobre el pensamiento:

No hay que olvidar su diferencia con la razón. Casi ningún juicio inmediato que hacemos de las cosas es acertado o equivalente a ellas. La experiencia pura, que nos conecta por lo menos con la materialidad de todo lo que nos rodea, se queda en las sensaciones. El pensar es sólo una interpretación que hace nuestra conciencia sobre las cosas o hechos que afectan nuestro ánimo. Hay mucho de irracional en él, tanto antes como después de discurrir. Un hecho pasado o un prejuicio pueden tergiversar la imagen que producen en nuestro interior las experiencias. La razón y la lógica, como parte del pensamiento, sólo deben actuar con el fin de conceptualizar, de darnos conocimientos acerca del mundo, de tal modo que podamos manejarnos mejor en él.

V) Colofón:

De estas reflexiones quedémonos con la verdad de que lo irracional y lo racional conviven en el hombre. No podemos deshacernos de ellos pero sí controlarlos, pulirlos: en el caso de los deseos, limpiarlos de las ideas equivocadas; en el del pensamiento, limpiarlos de los juicios errados (que sólo nos llevan al yerro y al sufrimiento). Puliendo estos dos aspectos de nuestra naturaleza, experimentaremos el verdadero sentido de la autonomía y de la sabiduría humana.