viernes, 23 de noviembre de 2007

Catarsis

EL DÍA QUE SE MURIO EL PUNK
(A Ricky Espinosa, el último de la estirpe)






Por Abel Peralta Quiroz
Comentarios:
mr.ritchmond@hotmail.com






Manuel Ricardo Espinosa fue mi ídolo musical desde los catorce años. Eran los tiempos finales de una improductiva etapa escolar; tiempos en los que las demasiado exigentes expectativas familiares habían entrado en una abierta contradicción con mis utopías y en que la impronta destructiva del punk se había constituido en mi único cable a tierra para escapar de la realidad. En aquellos días aciagos soñaba con ser escritor o músico: Ser un escritor maldito como Ricky, o músico para tocar como (y por supuesto, con) él. Exactamente dos años más tarde, llevaba dos meses en Argentina, tras un 2001 para el olvido, en el que había desertado de la Facultad de Derecho a poco de empezar, y reincidido en mi intento con las Ciencias Sociales, para tentar suerte en el imponderable mundo de las letras, lejos de la mirada perniciosa de una sociedad que por años había sembrado esperanzas en mis padres para conmigo. Ahora todas mis esperanzas estaban hipotecadas a “Cambios”, una publicación quincenal de Buenos Aires, en la que tenía una columna que había titulado NIHILISMO, precisamente en homenaje al vocalista y líder de Flema, y que en el poco tiempo que llevaba ocupando la tercera página de la revista, no sólo había logrado una gran acogida entre los lectores, sino que además habían valido muy buenos comentarios de aquel extraño personaje que se había metido a mi mundo por la ventana, y que aquella tarde que la vida nos volvía a poner en frente, no escatimó elogios para conmigo, con la sencillez propia de los grandes:

- En serio, me cabe muchísimo “Nihilismo”…

- Es una mierda…

Era la segunda vez que coincidíamos por un extraño capricho de la vida. Con el equipo de reportajes habíamos pasado a recogerlo a los estudios Muchmusic, de la calle Costa Rica en el Barrio de Palermo, donde acababa de hacer una presentación con Flema, la mítica banda con la que, a lo largo de una década, se había convertido en el referente máximo de una juventud confundida en la que orgullosamente me incluía. Habíamos quedado en hacer una nota para nuestra publicación, tarea para la cual el comité editorial me había elegido. Tomamos el metro en la estación Borrero, con destino a nuestro cuartel en la Avenida Rivadavia. "Siempre digo lo mismo; no veo la necesidad de una entrevista más", me había advertido de entrada, intentando zafar del compromiso con nosotros. Pero aquel día mi deber era no soltar al tigre que con mucho esfuerzo el grupo había atrapado. Sin embargo, atendiendo a su desidia para con las entrevistas, la situación degeneró en una amena charla, casi amical. Bromas van, bromas vienen, de pronto una idea recorrió su cerebro, sin darle tiempo siquiera para un breve análisis de la barbaridad que iba a decir, y que en el momento interpreté como una jugarreta más para escapar de nosotros, pero que más tarde, en la soledad de mi habitación, caí en cuenta de su real dimensión:

- ¿No querés escribir en Flema-zine?

- No estás hablando en serio....

Flema-zine era una publicación mensual de corte anarquista que Ricardo distribuía entre sus seguidores al módico precio de cincuenta centavos, y en los tres años que llevaba circulando había rebasado todas las expectativas de venta. Incluso en los últimos meses tenía ya vendidos por los próximos seis números. Por supuesto que la invitación negaba absolutamente la posibilidad de obtener retribución económica alguna, teniendo en cuenta el precio de la misma, no obstante los siete mil ejemplares que distribuía mensualmente era una vitrina irresistible para mis noveles delirios de escritor. Además, pertenecer al “Equipo Espinosa” era un lujo que de ningún modo se podía rechazar.

Aquella noche no pude concebir sueño. De golpe la vida se me había hecho irreal, y estaba dispuesto a no dejar pasar la oportunidad. La mañana me tomó por sorpresa rompiéndome la cabeza frente a los retazos sin sentido de lo que habría de ser mi primer artículo para Flema-zine. Pero la mañana también hizo polvo mis ilusiones, cuando caí en cuenta que, por impaciencia o alguna otra extraña razón, no encontraba la forma de escribir algo mínimamente respetable para una publicación de tal magnitud… ni siquiera algo mínimamente respetable para cualquier publicación. Los siguientes días fueron igual de infructuosos, perdido en el vano intento de un texto esquivo, que ya empezaba a vislumbrar imposible; perdí el sosiego. Abandoné a su suerte mi columna en “Cambios”, traicionando la confianza de quienes me habían dado una oportunidad cuando todas las puertas se me iban cerrando, imparables. Dos semanas más tarde, tras la publicación del número correspondiente a Enero, en el que se anunciaba mi columna para el siguiente, regresé a Lima para rendir dos materias pendientes en la Universidad, en medio de la convulsión social en Argentina generada a raíz del “corralito”… frustrado por no haber podido dejar listo el primer artículo para el fanzine de Ricky, pero con la consigna de escribirlo a la brevedad.

A finales de Marzo, tras un esfuerzo sobrehumano y algunos compromisos de palabra (que en el fondo eran sólo eso) con los profesores, pude salvar las materias pendientes y con ello, matricularme para el tercer ciclo en la facultad. Por intermedio de algunos amigos que me llamaban esporádicamente, pude enterarme que, primero Ricardo y luego los lectores, habían esperado mi artículo en los dos siguientes números; pero yo seguía, a miles de kilómetros, sin dar pie en bola, poniéndome una y otra vez plazos que se hacían indefinidos… y ya estaba casi resignado.

La noche del 30 de abril, al regresar de cenar, encontré un mensaje en la contestadora. Era el propio Ricardo, que una vez más había esperado mi artículo hasta el momento de cierre de la edición de mayo. Con un tono sarcástico, pero con una determinación con la que parecía dispuesto a derrotarme por cansancio, había decidido echarme encima toda la presión del mundo:

- Bueno, lo espero para el próximo número.....

Entonces decidí que era el momento de zanjar de una vez por todas la deuda con él, y me prometí tener lista mi nota para el próximo número. La presión nunca funcionó conmigo, pero esta vez las cosas se iban saliendo de su cauce y era el momento de ponerme a prueba. Las últimas dos semanas de mayo me encerré en la habitación, dispuesto a todo y las cosas fueron mejorando de a poco. El día 30, el largo camino hacia el artículo largamente anhelado había llegado a su fin, con un escrito en dos carillas, acaso tan o más desprolijo que mis primeros intentos, cuando aún estaba en Buenos Aires. Por la noche lo deposité en el correo, con dos temores quemándome las entrañas: podía ser que no llegara a tiempo para su publicación, o, peor aún, que fuese desestimado por ser considerado realmente malo; con todo eso, tras más de cuatro meses de tensión, aquella noche pude por fin conciliar sueño sin el remordimiento de tener trabajo atrasado…

La mañana siguiente mientras yacía tendido en la cama tratando de repasar mentalmente la agenda del día, sonó el teléfono en un rincón. Caminé lentamente hacia el aparato y levanté el auricular. Al otro lado de la línea una voz femenina, que al momento no logré identificar, repetía a gritos mi nombre. Antes de que pudiera contestar, dijo:

- Ricky está muerto… ¡Está muerto!

- Me estás jodiendo... ¿Quién eres?– repuse convencido que se trataba de una mala broma.

- No, no ¡Putamadre!... En serio se murió... Se suicidó!

A la misma hora, acababa de llegar a la sucursal de “Abasto” del Correo Argentino, el sobre con la primera entrega de la columna que nunca pudo ser, con un premonitorio escrito adjunto que me quedó grabado para siempre en el alma:

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Bueno Ricky:

Ahí te mando esa mierda....

Espero que no sea demasiado tarde.
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3 comentarios:

Anónimo dijo...

CUANDO NO TE ENREDAS EN SITUACIONES KAFKIANAS LA COSA SALE MUY BIEN. DEMAS ESTA DECIRTE QUE EL ANTERIOR ESTA PESIMO Y ESTE REALMENTE MUY BUENO. PROPIO DE TI QUE VIVES EN LOS EXTREMOS.

JOE

Anónimo dijo...

me gusto mas el q escribes contando la relacion con tu viejo.. no kiero cagarte la istoria man .. pero en esa epoca no habia correo electronico?..

Wait dijo...

eh? no era verdad esto? me lo super creí entonces. ahora estoy confundido. sea lo que sea, me gustó mucho