lunes, 11 de agosto de 2008

Editorial





En nuestro editorial anterior dejamos en claro que como consecuencia del apoderamiento por parte del oficialismo de la Presidencia del Congreso (PC), no existe en el país oposición. Y las cosas van de mal en peor.

La última batalla que le tocaba librar a la oposición era la posesión de la Comisión de Fiscalización del Congreso. Como sabemos la ínfima oposición que hasta hora ha tenido este gobierno, ha provenido sobre todo del Partido Nacionalista (PN) y de Unión por el Perú (UPP). Recordemos que su suma no logró competir con la opción oficialista (con 66 votos a favor) en la elección para la PC. Lo lamentable en realidad, es que UPP no demostró en ese entonces ser un partido uniforme al otorgarle algunos de sus votos a Javier Velásquez Quesquén, demostrando de este modo el poco acuerdo que existe entre sus integrantes y una ideología contradictoria.

Las consecuencias de esta falta de concierto en sus filas desembocaron en una división. UPP ya no es UPP. Tal vez nunca lo fue. UPP se partió en dos literalmente (cada parte se quedó con 8 integrantes): un grupo que conserva el nombre del partido de origen y otro que se autodenomina Unidad Patriótica Peruana-Bloque Popular, nombre sugerente que parece aludir a otro UPP equivalente al anterior. Sin embargo el nombre es lo de menos; debía tener cualquier nombre que le confiriera unidad y no lo ridiculizara políticamente frente a los demás partidos.

En consecuencia, no le dieron la Comisión de Fiscalización a UPP, sino a lo que quedó e ella. Peor aún. Se la dieron a la parte de UPP que es complaciente con el oficialismo, encabezada por el suspendido José Vega, por haber contratado en su despacho a su nuera Susana Silva Paz, que nunca fue a trabajar.

Es así que la Comisión de Fiscalización que representaba el último aparato para el equilibrio del poder en el Congreso, ha caído en manos del oficialismo. Con esto ya no existe definitivamente oposición en el Congreso, no sólo en lo que respeta a representatividad sino sobre todo a su participación efectiva como ente regulador del presente gobierno, lo que determina por lo menos un modelo antidemocrático en nuestro país .

Sin oposición al Ejecutivo y sin oposición dentro de un Parlamento oficialista, el equilibrio de poderes y con esto, la democracia en el Perú, han sido vulnerados. Todo esto en sólo dos años de Gobierno. Quedan tres sometidos a la incertidumbre de no poder ponerle peros al actual régimen y al peligro potencial de una nueva dictadura.




G. P.

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