domingo, 19 de agosto de 2007

Catarsis

LOS SUEÑOS, SUEÑOS SON…


Por Abel Peralta Quiroz
Comentarios:
mr.ritchmond@hotmail.com


Una de las cosas que más disfruto a diario es evaluar las “racionales y convincentes” opiniones de quienes dirigen el destino de nuestro país y el mundo. Hoy tengo una genial:

“Más de dos mil estudiantes del quinto de Secundaria recibirán charlas de orientación vocacional”

Idel Vexler Talledo, Vice-Ministro de Educación (Perú.21 – 15 de Agosto)

Como quien dice, todo un logro ¿no?

No sé ustedes, pero cuando yo era niño quería ser escritor, caricaturista o músico: sí señores, nada de sueños de abogado, doctor o ingeniero… escritor caricaturista o músico. Tal vez debido a que aprendí a leer un año menos que la edad promedio para hacerlo, lo cual me daba cierta ventaja sobre los demás y con una capacidad y talento que a mi corta edad entendía que no podía desaprovecharse en una carrera “profesional”.

El colegio no ayudó mucho que digamos al cumplimiento del plan de vida que me había trazado: es más, hasta podría decir que lo entorpeció con materias fáciles y poco productivas como las matemáticas, ciencias naturales (el hecho de que mis germinaciones siempre se pudrían antes de echar raíces acrecentaba mi odio por dicho curso) y Formación laboral; y el escaso ejercicio literario se reducía a leer cuentos simples y aburridos, todos ellos con un final feliz y en donde los personajes todos eran encasillados autoritariamente en el lado de los buenos o malos, dándole al curso una aborrecible hermandad con materias como Educación Familiar o Cívica. Paso.

La primaria la salteé en solo 4 años; fui promovido en dos ocasiones al grado inmediato superior “Por excelente rendimiento”. Y nunca consideré esto como un logro, es más: me hubiese parecido excesivo tomar 6 años de mi vida para recibir tan poco conocimiento.

La secundaria solo fue una reafirmación de mis sueños de infancia: pasaba las horas de clase perdido en un mar de palabras que acaso el diablo me iba dictando (y cuyos resultados me materializados en sendas hojas de versos que me valieron mis primeros amores de adolescencia), con el maestro empecinado infructuosamente en captar mi atención; mis dedos se envilecían en el intento por reproducir los rasgos faciales de aquel personaje que frente a mis ojos hacía lo imposible por hacerme creer que en algún momento de nuestra historia fuimos una nación poderosa; o simplemente mataba los minutos finales de la jornada del día conversando y riendo con los compañeros en la última fila del aula, deseoso de volver a casa para coger la guitarra y darle a los riffs hasta que los dedos sangraran, convencido que mi futuro sólo podía estar dentro de la música.

Considero que al promediar el quinto de Secundaria uno ya tiene más de una década atormentado por los delirios del futuro y entonces no quedan sino dos opciones: o te resignas a seguir los designios de tus padres y “maestros” o te propones resistir y emprender la lucha final por tu autonomía. La mayoría elige lo primero… y es que las charlas de orientación vocacional no te dejan muchas alternativas: yo no vi nunca uno que diga “usted será un excelente sociólogo” o “tiene usted un gran futuro dentro de la filosofía”.

Siempre consideré que estos test son como esas ruedas de la suerte de los casinos, en las que una mano ajena a tu voluntad puede decidir sin más el tenor del resto de tus días. Aquella ocasión el mío dio en “Apto para las Letras y las Ciencias Sociales y Humanas: Carrera de Derecho”, aunque considero que lo mismo hubiera dado en Historia, Literatura, Filosofía, Arqueología, Comunicaciones… Pero no: “extrañamente” cayó en Derecho, y yo ni siquiera estaba enterado de la labor específica que realiza un profesional de este tipo. Salí decepcionado, pero a partir de entonces no se habló en casa de otra cosa de mi auspicioso futuro como hombre de leyes.

Sin embargo mi destino estaba marcado por la fortuna, esa de la cual muy pocos podemos hacer gala en estos días de globalización y capitalismo pernicioso… Por decisiones urgentes mi familia decidió mudarse a provincia, dejándome el camino libre hacia la cúspide de mis sueños de infancia. Zafé de la Universidad Federico Villarreal, donde cursaba 2 meses de Derecho y entonces el mundo se descubrió ante mis ojos tal cual es: multiforme.

No sé ustedes, pero a la fecha puedo decir que cumplí con mis metas primigenias, aunque nada profesional en todas ellas: Exitoso columnista de las revistas “Cambios” “Cerdos y Peces” y “Grito Under” en Argentina, afamado caricaturista de salón en la Universidad y hasta un outsider de la música, que con una banda de amigotes autodenominados “Contrasistema” nos dimos el lujo de telonear a “Los Violadores” en algún festival bonaerense, ante las pifias del público y con un argumento convincente: “Somos los organizadores y como comprenderán no podemos tocar tan temprano” (sic). Inclusive tomé las sobras de mi tiempo para pasar por la Decana de América y estudiar Ciencias Sociales…

Hoy, desde la seguridad de esta trinchera puedo decir sin dudar que logré ser aquello que siempre quise. Por ello no puedo sino considerar el comentario triunfalista de nuestro vice-ministro como una estupidez propia de un tipo que a los 15 años fue obligado por sus padres a cumplir religiosamente con los autoritarios designios de un test de orientación vocacional.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ME RINDO A TUS PIES, NEGRO...

BESOS

Y VUELVE YA!

NOE

Anónimo dijo...

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