domingo, 19 de agosto de 2007

Filosofía


INSOSPECHADA COSTUMBRE

Por Henri Amaro Berríos
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czemeczek@yahoo.es



Almorzaba acompañado de un amigo de la infancia. Él hablaba de lo entretenido que era aquella época, yo lo escuchaba atentamente, hasta que por algún desacierto en el diálogo llegó sin invitación la historia de un “dibujito” había encontrado en el reverso de un boleto de una línea de transporte. Al ver dicho boleto, la inocultable alegría se confundía con la sorpresa de saber que E. Munch ahora estaba al servicio de los ingratos hombres de a pie. En la medida de lo posible me permití hablar de la litografía original. Sin embargo mi buen amigo hizo hincapié en algunos detalles del pintor noruego, advirtiendo antes que si bien la búsqueda fue gratificante, conseguir la información buscada no lo fue tanto luego de asimilarla, pues me indicó que ese cuadro era horrible y sin mucha vida.

Entiendo que para fines del caso, encontrar solución a las dudas es lo más importante, no obstante existe una diferencia entre la sincera acción de revisar libro tras libro , tratando de contrastar los diferentes tipos de información que se encuentran y presionar algunas teclas para ver la insípida pantalla que nos dice todo lo que supuestamente es eso que buscamos. Ese tipo de conocimiento para las masas, abierto y sin filtros, es la mejor de las soluciones para nuestro mundo, o por lo menos para nuestro país; un lugar en donde vivimos dichosos gracias a los derechos democráticos, el liberalismo político y la ley de la oferta y demanda. Una solución feliz es aceptar tener los brazos abiertos al pensamiento técnico – científico, arma desarrollada en la modernidad, y creer que el hombre es el señor de un dominio llamado naturaleza, una presunción moderna que observamos siempre a los baluartes de la ciencia en la televisión. Aun peor es su presunción de que él puede controlar su espacio.

Pero detengámonos más en la transformación que sufre este lugar en el que habitamos, gracias al conocimiento que ha sido largado de las bibliotecas y demás círculos de discusión para estar ahora inserto en el Internet. Si bien en nuestra realidad la demanda de información es mínima, por no decir nula, tenemos escasas bibliotecas especializadas, y en las pocas que hay, el usuario no tiene a su disposición un estante abierto, de modo que el trámite normal es, ante una palabra o personaje que desconozcamos, ir a encontrarlo en algún buscador virtual. Por supuesto, lo que no queremos es hacer una pira de máquinas para nuestro regocijo. La reflexión sobre la transformación de nuestra realidad está en los fines de los medios, es decir, que la preocupación radica en los cambios producidos en la personalidad humana al tener contacto con el producto del pensamiento técnico – científico. Partimos de la idea de la inexistencia de un molde ontológico de fábrica, esto es aceptar que las bases de nuestro pensamiento que se soporta sobre el valor de la igualdad, ha desempeñado hasta ahora una presunta cubierta de seguridad. Basta pensar en Aristóteles para entender la diferencia de las personas. Entonces los productos del pensamiento técnico – científico estarían sujetos a los diferentes usos tienen. Relacionemos ello a la diferencia entre los hombres; así llegamos a los diferentes usos que le dan las personas a estos productos.

No debe entenderse esta observación, sesgada por cierto sobre el servicio de internet y sus demás congéneres, como un rechazo a éstas. Más bien la pretensión es dejar sentada la pregunta: ¿Todos tienen derecho al conocimiento? ¿Acaso no vale la pena preguntarnos cuál es el inicio de esta pretensión universalista? Ello es excusa para otra reflexión.

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