domingo, 29 de junio de 2008

Mundo de Palabras

EL ARTE NO SE VENDE










Por Oscar Perlado Rodríguez
Comentarios: shagyetc@hotmail.com








Debo mostrar mi desacuerdo con lo dicho por el Sr. Abelardo Oquendo en su espacio en el diario la República llamado Inquisiciones, el día martes 3 de junio del presente, acerca del concurso de novela lanzado por el diario El Comercio. Creo que su perspectiva del arte con relación a su difusión está trastocada. Por tanto sus comentarios al respecto son frágiles, pero sobre todo, infecciosos. “(…) no hay ningún premio literario consagratorio ni tampoco que promueva fuertemente las ventas. El convocado por El Comercio , que no se propone lo primero, tendría especial importancia si lograra esto último.” , nos dice. Yo le respondo que un auténtico creador no se preocupa jamás por lo que va recibir por su obra. El arte no se vende, Sr. Oquendo; es invalorable. Los concursos literarios no les hacen ningún bien a los lectores y al propio autor si califican su producción con un criterio comercial o si prometen tal o cual cantidad de dinero. El único interés de un verdadero escritor es que se publique y se difunda su obra. El ganar dinero o reputación es algo contingente, porque un buen escritor no necesariamente es comercial, así como su prestigio debe provenir de la calidad de su libro y no de la campaña publicitaria que se monte a su favor. De lo contrario en vez de escritores, tendremos Shakiras y Thalias de las letras. Por eso es una afrenta que Abelardo Oquendo diga en referencia al Premio Planeta: “Obtenerlo no prestigia mayormente a un autor, pero la compensación económica puede hacerlo olvidar este detalle.” Si esto es lo que hace dicha editorial, entonces su existencia no vale la pena. A menos que no nos importe rodearnos de obras literarias medianas ni que nuestros niños lean buenos libros. Y si hay algún autor que olvide “el detalle” de su dignidad por dinero, nos damos con que estamos creando artistas de pacotilla y promoviendo la mediocridad cultural. A los nuevos escritores démosles espacios para que se expresen, leámoslos con atención, en los concursos, démosles un jurado idóneo y riguroso, y difundamos sus creaciones si tienen relevancia. Preocupémonos por quienes se adjudican la última palabra a la hora de decidir si una obra es buena o mala, luego por el dinero. Enseñémosles a nuestros jóvenes escritores a ser verdaderos artistas. No los condicionemos con cosas tan frívolas e intrascendentes como la fama y la plata, que no queremos Tongos de la literatura ni leer idioteces. Espero que haya quedado claro.

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