sábado, 5 de enero de 2008

Editorial

EDITORIAL




El día diecinueve de diciembre se dieron finalmente los tan anunciados cambios en el gabinete. Y fueron tan sólo eso: seis cambios. No una renovación total.

Obviamente salieron aquellos que están expuestos más a los medios de comunicación, y consiguientemente corren el riesgo de manchar la imagen del gobierno; y éste ha demostrado ser un personaje más mediático que convincente. Sin embargo, no estamos muy seguros tampoco si se trata de un cambio en el rumbo mismo de las políticas públicas (una reingeniería) o tan solo una permutación, una movida que pueda pasar fácilmente por un cambio en el show televisivo y que en el fondo no lo es. Tampoco sabíamos que los ministros fueran tan versátiles que podían ir de ministerio en ministerio (del de Trabajo al de la Mujer, del de Vivienda al de Salud) como si se tratase de un” todos para todo”. El hecho es que sólo asumieron tres nuevos ministros y que de los más cuestionados, entre los que se encuentra el Premier Jorge del Castillo, solamente ha salido uno: Carlos Vallejos de la cartera de Salud. De la filiación política, ni qué decir: ¡Que vivan los compañeros!

Otro de los temas más saltantes en estas últimas semanas fue la aprobación definitiva del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos por la cámara de representantes del congreso norteamericano. El primer recordatorio a la población es que el presidente Alan García anunció en su campaña electoral que el mencionado TLC debía ser revisado en su totalidad antes de ser aprobado. Lo que hizo en su lugar no fue únicamente firmarlo a ojos cerrados, sino además hacer las enmiendas que los EE.UU. le exigiera para ratificarlo. Y el presidente volvió a tomarnos el pelo al hacer dichas correcciones en tiempo récord con ayuda del Congreso, sin discutirlas ni ponerles un pero. Posteriormente le preparó el terreno al mercado estadounidense con la eliminación de algunos aranceles a sus productos, para terminar diciéndonos que debíamos preparar el marco legal (seguramente tal como se lo habrá escrito en un papelito Bush) para facilitar su aplicación; nunca se le escuchó decir cómo nos preparamos nosotros para esta competencia desigual con agricultores subvencionados y una producción altamente industrializada. ¡Realmente estamos de cabeza!

G. P.

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