sábado, 5 de enero de 2008

Literatura

NERUDA : FILÓSOFO DEL AMOR



Por Oscar Perlado Rodríguez
Comentarios: shagyetc@hotmail.com




Soy de los que creen que el arte es (y debería ser) más que un llamativo adorno que el artista elabora para provocar placer a los sentidos. Pienso que no es difícil ser un buen poeta: lograr una buena metáfora o sugerirnos algo con una bella imagen. Lo difícil es trasmitir una idea trascendental a través de la poesía, una perspectiva nueva cargada de filosofía y capaz de cambiar concepciones y comportamientos. En otras palabras, ser un genio como lo fue Pablo Neruda.

A pesar de ser Neruda un poeta intuitivo, más visceral que ideólogo, es también un poeta de hondas convicciones que cuenta con una concepción propia de la realidad, que de una u otra forma dirige su pluma.

Todos hemos escrito seguramente alguna vez un poema de amor , pero no todos vemos lo que ve Neruda a través de este sentimiento . A pesar de referirse a un tema tan subjetivo y a veces tan estereotipado, él logra darnos un punto de vista más profundo, otorgándole al amor una categoría más alta en su búsqueda compleja de los cimientos de este oscuro sentimiento que inunda a los hombres.


Para convencerlos de esto solo me bastará usar algunos versos de uno de sus poemarios menos recordado y a la vez imprescindible para comprender la importancia que tenía para Neruda el amor como verdad metafísica: Cien Sonetos de Amor , que le dedicara a Matilde Urrutia.

XLVIII

“El aire, el vino van con los dos amantes,
la noche les regala sus pétalos dichosos,
tienen derecho a todos los claveles.

Dos amantes dichosos no tienen fin ni muerte,
nacen y mueren muchas veces mientras viven,
tienen la eternidad de la naturaleza.”

Es increíble la forma particular que tienen los poetas de ver las cosas así como su capacidad para trasmitírnosla a través de unos versos. En este poema Neruda se despoja de todo egoísmo y habla del amor como una propiedad universal y no sólo de los amantes. ¿De qué modo? Porque cualquier persona puede convertirse en amante, dejar de serlo, pero lo que nunca cambiará ni morirá es el amor mismo. Este se renueva en cada amante a pesar de que su origen es desconocido. Desde este punto de vista, el amor sería algo intrínsico al hombre ,algo ineludible, acaso un don divino que lo hace merecer todo aquello que lo rodea. Les pertenecen todos los claveles porque ellos mismos son parte e hijos de la naturaleza.

LXXXIX

“Quiero que vivas mientras yo, dormido, te espero,
quiero que tus oídos sigan oyendo el viento,
que huelas el aroma del mar que amamos juntos
y que sigas pisando la arena que pisamos.”


Muchos tenemos la idea equivocada de que después de la muerte de la persona amada no queda nada y que es el dolor el único tributo que le debemos. Pensamos en la otra persona como en una posesión: que no podemos ser felices sin ella o que es injusto tenerla lejos.

Neruda tiene otra perspectiva y le da a su musa, en cambio, un mensaje de alegría. La vida es la que nos regala el amor, y todo aquello que significa se lo debemos a esos momentos de felicidad en la tierra. Por tanto no es posible el dolor y el arrepentimiento frente al deceso del ser amado. Solo es admisible el agradecimiento: no debemos abandonar la vida y más bien debemos seguir disfrutando de todo aquello que nos gusta, porque en esas cosas estará también aquella persona, intacta, imperecedera. No dejes de ser tú misma ni estés triste porque solo de ese modo superviviré, diría Neruda.

XLIV

“Sabrás que no te amo y que te amo
puesto que de dos modos es la vida,
la palabra es un ala d el silencio,
el fuego tiene una mitad de frío.

Yo te amo para comenzar a amarte,
para recomenzar el infinito
y para no dejar de amarte nunca:
por eso no te amo todavía.”

Uno se pregunta: ¿cómo puede amarla y a la vez no? ¿No estará cayendo el autor en una contradicción? Nada más alejado de la verdad. Si uno amara de determinada forma y con una misma intensidad a otra persona durante toda la vida, no la amaría de verdad. Solo habría amado un recuerdo, algo pasado, muerto. Las personas no somos de un modo u otro. Nos vamos moldeando o descubriendo de a pocos a través de situaciones diversas. Por eso Neruda no ama a Matilde todavía porque su amor no se ha acabado, corre como un río. No ha aprendido a amarla completamente porque aún no la conoce . Nosotros amamos y no amamos a la otra persona porque de otro forma no la amaríamos.

II

“pensar que separados por trenes y naciones//
tú y yo teníamos que simplemente amarnos…”

III

“Quién te enseñó los pasos que hasta mí te llevaron?
qué flor, qué piedra, qué humo mostraron mi mo-
rada?”

Para Neruda el amor no es producto de un conjunto de casualidades ni de intervenciones divinas en el libre desenvolvimiento de los hechos, sino más bien de la fatalidad , pues estos versos alude al azar y al espacio . Solamente la incertidumbre propia de la naturaleza determina el encuentro y desencuentro de los amantes, por eso el autor pregunta quién , qué flor su amor tiene un origen oscuro.

XCVI

“Pienso, esta época en que tú amaste
se irá por otra azul substituida,
será otra piel sobre los mismos huesos,
otros ojos verán la primavera.”

XCI

“El tiempo no distingue entre mis manos
o un vuelo de naranjas en las tuyas:
pica con nieve y azadón la vida…”

Antes de ir en busca del sentido de estos versos que hacen referencia a la contingencia del amor con respecto al tiempo , contrastémoslos con los que vienen a continuación de modo que encontremos la idea completa que nos quiere trasmitir el autor en toda esta sección intitulada Noche , donde se mezclan temas tan diversos y a la vez tan cercanos, como los son la noche, el sueño, la ausencia y la muerte.


XCV

“El amor sepultado por tanto tiempo frío,
por nieve y primavera, por olvido y otoño,
acerquemos la luz de una nueva manzana,

de la frescura abierta por una nueva herida,
como el amor antiguo que camina en silencio
por una eternidad de bocas enterradas.”

Parece que Neruda opone lo deleznable de la vida a la inmortalidad de la naturaleza. Su amor y él mismo pueden desaparecer del mundo pero no el amor en sí. Este sentimiento inexplicable o poco entendido para algunos; al fin, ineludible e irrefutable; se renueva en cada amante porque es el mismo para todos, pero sobre todo porque caracteriza al hombre, discriminándolo de los otros seres vivos.



No hay comentarios: