lunes, 4 de febrero de 2008

Editorial

EDITORIAL







Lo peor que puede hacer cualquier peruano es creer que nuestro vecino del sur ( y no me refiero a su población, sino a su gobierno, que no es lo mismo) es un hermano con el cual sólo tenemos un simple diferendo marítimo que de modo alguno puede dañar nuestras relaciones bilaterales. Es una burla al entendimiento que nuestro presidente Alan García y nuestro canciller el Sr. José Antonio García Belaunde, pretendan mantener la farsa de que todo está bien con Chile y que el problema de límites marítimos con éste no constituye un golpe bajo más que nos propina.

Es insensato abrirle nuestro mercado generosamente a un país que lo único que le interesa es conquistarnos económicamente, castrarnos territorialmente y, lo que es peor, ponernos a trabajar en su beneficio. Hermano no puede ser alguien que te cercena una pierna, que te regatea tus pertenencias y que te trata como a un siervo. Aprendamos, por lo menos, de su coherencia; como, por ejemplo, cuando retrasó el fallo de su Tribunal Constitucional con respecto al caso Fujimori, con el propósito solapado de guiñarle el ojo fingidamente al Japón antes de firmar un Acuerdo Comercial con éste. La misma actitud podemos ver ahora con la última decisión del gobierno chileno de restarle importancia al Acuerdo de Libre Comercio con nuestro país, luego de que reafirmaremos nuestra demanda ante la Corte de La Haya.

El canciller García Belaunde utiliza eufemismos cuando asegura que la postergación de este acuerdo nos perjudica a ambos por igual, puesto que es bien sabido que ni nuestras empresas ni nuestros productos tienen la misma dimensión ni pueden competir al mismo nivel, respectivamente, con sus contrapartes chilenas. Obviamente si los peruanos decimos: “Inviertan en nuestro país porque de otro modo no podremos progresar”, el país interlocutor, primero, nos mirará de arriba abajo y, luego, se dará el lujo de darnos lo que le sobre o, simple y llanamente, nos ignorará como a cualquier mendigo de la calle.
Tal vez espero mucho considerando aquella actitud de perdedores que tienen algunos de nuestros diplomáticos, que piensan trazar una bisectriz desde el punto de la Concordia por una consideración infundada con nuestro par chileno, que es como un hermano más grande que no tiene ningún reparo en aprovecharse de su ventaja con respecto a nosotros con tal reconseguir lo que desea. Nadie se puede humillar para pedir algo que le pertenece;¡eso es una estupidez! Y que me perdone el gran Mario Vargas Llosa, a quien respeto mucho, más que nada como escritor.



G. P.

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