jueves, 11 de octubre de 2007

Actualidad

LA CARETA DE LA IMPUNIDAD


Por Abel Peralta
Invitado





La agenda mediática de la última semana estuvo marcada, sin querer queriendo, por la noticia de la extradición del prófugo Alberto Fujimori y las implicancias que dicho suceso tendría a futuro en la vida política de nuestro país.

Si bien uno puede estar de acuerdo que un delincuente de su tipo tiene que pagar recluído por todas las atrocidades cometidas durante la década que manejó a su antojo nuestro país, no obstante debo confesar que aun se me hace complicado deglutir las imágenes de un Alan García dándonos cátedra (¿Con qué autoridad moral?) sobre corrupción y violación a los derechos humanos… me pregunto entonces ¿Es que tan dadivosos somos los peruanos?

Es que considero una mala broma haberle dado nuevamente (por pena o convicción) el poder político a quien dirigió uno de los gobiernos más nefastos que haya vivido nuestra seudo nación; hoy tiene nuevamente los medios a sus pies, y con esa sucia ventaja maneja la agenda a su antojo. Solo así se explica el aprovechamiento sistemático de las noticias “fresquitas” para zafar de la realidad de un pueblo que empobrece día a día y una clase política que sigue engordando sus bolsillos con manejos corruptos del dinero de todos (que hoy ya no escandaliza), los mismos que para nuestros periodistas tienen un nombre inverosímil: Error político.

¿Hoy alguien se acuerda de Pisco? Forsur, la estrategia del gobierno para la reconstrucción de la derruída ciudad, navega en un mar de renuncias e indecisiones, mientras la gente allá sigue viviendo de la misericordia de quienes aún nos negamos a olvidar que unos kilómetros al sur de nuestras vidas, hermanos nuestros lo perdieron todo. Hoy, que aquel triste episodio ya no es noticia, el señor García no va más por allá para hacer la “finta” frente a la prensa. ¿Hoy quien opina del alza de los precios del pan y los alimentos (¿no le recuerda una época allá a fines de los 80s?), y de la jocosa decisión adoptada por el ejecutivo para paliar la situación? En ese contexto, una noticia como la extradición del prófugo japonés es una nueva oportunidad para, una vez más, desviar la atención del público. Y la prensa, jugando siempre a la democracia, se presta para ello.

Por si fuera poco, en medio de esta podredumbre, los funcionarios apristas siguen haciendo de las suyas, como 20 años atrás, al amparo de su cabeza más visible (léase Alan García), que descaradamente sale a defender a sus “compañeros” ministros (más compañeros que ministros), involucrados en compras sobrevaluadas de camionetas de dudosas marcas y alimentos para los damnificados del terremoto (aprovechándose del dolor del pueblo pisqueño para robar sin una pizca de vergüenza).

Si tendríamos que ponerle un alto a la impunidad, de manera sincera y real, muchas cabezas que hoy ostentan el poder directa e indirectamente el poder, rodarían; si bien es cierto que la extradición de Fujimori es un hecho sin precedentes en el mundo, sin precedentes también es el hecho de que nuestro país históricamente ha sido cuna de dictadores y políticos corruptos que han pasado piola aún después de muertos: desde aquellos que cuando empezó el conflicto armado, ignorantes de la situación (porque aquí se puede ser presidente de la nación, con solo mostrar una sonrisa de viejito carismático) dispararon contra todos, asesinando muchos inocentes, pasando por quienes hicieron de la masacre un “objeto de escarmiento”, y también quienes usaron la excusa de la guerra interna para “barrer de pasadita” a los que se opusieron a su corrupto régimen. Hay pues, tres gobiernos metidos hasta la coronilla en el tema de derechos humanos que deberían, o estar presos o, ya muertos, ser juzgados de manera simbólica…para que la memoria popular no los recuerde como “Héroes de la democracia”, al punto de tener una estatua de homenaje en el jirón Azángaro.

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