sábado, 27 de octubre de 2007

Editorial





EDITORIAL





Después de la votación en contra de la moción de censura al ministro del Interior Luis Alva Castro, queda más que claro que para nuestro actual Congreso la conveniencia política vale más que el bienestar del país. Felizmente la población no es tonta y sabe lo que significan 51 votos a favor y 29 en contra de la censura dentro de un congreso, considerando que éste representa necesariamente los intereses de una nación.

Lo que en realidad ganaron los apristas (27 de los 29 votos en contra fueron suyos) el pasado miércoles no fue la votación , sino una mejor imagen del gobierno de Alan García, porque la que tienen aún frente a la opinión pública está resquebrajada y no inspira ninguna confianza.

No obstante una cosa son las apariencias y otra la verdad que se encuentra en el fondo. Y es que nadie puede tapar el sol con un dedo. No se pueden esconder las renuncias forzadas de los anteriores ministros de Agricultura y del Interior (José Salazar y Pilar Mazzeti, respectivamente). Mucho menos ocultar los cuestionamientos a los actuales ministros de Salud , Justicia y Educación (y no hay necesidad de mencionar nombres).Nadie puede olvidar la posición primaria de Alan García frente al TLC en los últimos comicios, su populismo al esgrimir un Pacto Social ahora inexistente, frente a la avalancha de protestas el semestre pasado, su prepotencia a favor de la empresa privada en desmedro de los derechos ciudadanos en el caso Majaz, el descalabro gradual del Forsur , etc.

Al parecer el gobierno ha tomado conciencia de que sus malos pasos lo están echando y que no puede ceder ni un milímetro más ante la presión de la oposición y la desconfianza del pueblo. Si no recuerden cómo reaccionó cuando se supo que Ollanta Humala y Alejandro Toledo, líderes de oposición, tuvieron una reunión a puertas cerradas. El primer ministro Jorge del Castillo no tuvo ningún reparo en denunciar que ambos se traían algo en contra del gobierno, como si la única función de la oposición fuera confabular en contra de los gobiernos de turno y su única tarea , fabricar mentiras y ensuciar la política. Si es así, entonces que no exista otro partido que no sea el de gobierno para fiscalizarse a sí mismo. ¡A ver si eso le parece al Premier democracia!

Lo peor de todo es que el contexto se prestó para que la imagen del gobierno no se deteriorará más con la censura de Alva Castro, puesto que si no fuera por la desesperación de lo fujimoristas por ganarse el favor del gobierno en el juicio que se le sigue a su líder Alberto Fujimori, lo que se tradujo en su abstención, los votos a favor de la censura hubieran llegado a 64, es decir, a tres votos más de lo que se requerían para que proceda ésta(más de la mitad del Congreso).

Carlos Raffo , el principal chaleco de Fujimori dijo: “No les vamos a pagar con la misma moneda” , como si en verdad Chile iba a dejar de extraditar a un ex Jefe de Estado acusado por delitos de lesa humanidad, poniendo en riesgo su reputación a nivel internacional, o si ,por su parte, Alan García iba a darse el lujo de no figurar en la historia peruana como el presidente que juzgó al dictador Fujimori .

Pero los de Alianza para el Futuro tampoco fueron tan tontos de votar a favor, porque obviamente, tienen una imagen propia que conservar y se deben a sus votantes; por lo que la abstención (el que calla otorga) fue la mejor estrategia para no tirarse del todo al suelo.

Todo esto nos devuelve al comienzo de la reflexión sobre dónde quedan las inquietudes del pueblo frente a las conveniencias políticas, lo que con el tiempo podría devenir en el establecimiento de un gobierno autoritario sin oposición y atiborrado de componendas políticas y congresistas con rabo de paja.
G. P.

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