miércoles, 30 de julio de 2008

OSTRACISMO

Sobre el Pensamiento Racional y el No-Pensamiento

(2da Parte)










Por Oscar Perlado Rodríguez
Comentarios: shagyetc@hotmail.com









Con respecto al no-pensamiento, tenemos como ejemplo la iluminación que propone el Budismo. La aniquilación del Ego, que ya nos hemos dado cuenta lo ilusorio y dañino que puede ser, es uno de los aportes de esta filosofía a la humanidad. Es un gran método el desvirtuar al pensamiento dual para alcanzar un contacto más real, sincero, con el mundo. Libre de dicotomías y contradicciones, el hombre no es más un objeto para los otros ni para sí mismo. El hombre así no está separado de la realidad, por vez primera está en ella, es parte suya. Es un ser más cercano a las sensaciones, la intuición, a su naturaleza. Las cosas están libres de definiciones, de interpretación. Las experiencias libres de pensamiento. La igualdad con todo lo que nos rodea es algo que se puede sentir.

No obstante, yo tengo un pero. Repruebo el hecho de que so pretexto de paz y armonía los hombres dejen de lado el pensamiento racional. Como ya he ejemplificado, no es la perspectiva dual la que nos vuelve desdichados; es lo que hacemos o cómo tomamos aquel conocimiento descubierto. Los pensamientos son sólo presa de nuestros deseos.

Digo que un hombre que cree que lo tiene todo, que no ambiciona nada, que ve en lo simple riqueza, que evita los conflictos, que vive lejos de lo mundano, de la ciencia y del caos diario, puede ser menos humano de lo que se piensa. Es un ser indiferente, engañado en cierto sentido. Las cosas nunca están bien. La vida es un movimiento hacia delante, no un hecho dado. Debe ser fantástico convivir con la naturaleza, sin preocupaciones. Sin embargo el hombre es más que eso; el hombre no es sólo animal. Si no hubiera nada de qué preocuparse, seguramente vivir así sería ideal. Pero no es el caso. El hombre a causa de su irracionalidad, de sus deseos y complejos, ha sembrado el caos en el mundo. Y no es exactamente apartándose de él que solucionará las cosas.

No tendría nada de vergonzoso por tanto, valerse de su racionalidad para resolver problemas. Sería más bien, natural. Porque hay algo que lo diferencia de los otros animales: su inteligencia. He aquí su sello particular. Al final, el hombre nunca evitará el pensamiento; puede huir de él, pero no eliminarlo. Intentar deshacerse de él de forma completa representa para el budista seguramente un esfuerzo diario, constante, interminable, yo diría, inútil.

Oponer estos dos métodos (el pensamiento racional y el no-pensamiento) es igual de vano. No hay que ser muy inteligentes para darse cuenta que ambos tienen sus ventajas y desventajas. Es, sí, de hombres sensatos soslayar las últimas y quedarse con las primeras. El pensamiento racional es una gran arma; el no- pensamiento, una actitud frente a las cosas. Podemos ser más felices usando ambas en vez de ver en ellas dos cosas opuestas. Mi intención no ha sido poner una encima de otra, sino más bien hacerlas coincidir en nuestro provecho.

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