martes, 29 de abril de 2008

Homenajes

HOMENAJE A CESAR VALLEJO
“HOMBRE ANTES QUE POETA”










La verdad es algo que no cambia de hombre a hombre, es intrínseco a él, esencial. Uno vuelve a aquel autor que siempre trae la verdad, la verdad nos atrae como la luz a las polillas, como la podredumbre a las moscas. Hay sentencias, cosas en este gran Vallejo que nos hacen adictos a su obra, a su perspicacia. Lo paradójico es que la mayor razón para esta atracción no se encuentra exactamente en su lenguaje , sino simplemente en su humanismo. Y es que el humanismo es lo único común a todos los hombres. Desgraciadamente no todos los hombres son tan humanos como se quisiera; no obstante es obvio que la humanidad es algo propio de nuestra especie y sólo serán inhumanos aquellos que no reconozcan la existencia del otro, es decir, las personas ego centristas y ególatras que creen que lo único importante en la vida son ellas mismas y que todo lo demás carece de sentido. Son ellas las que tienen el intelecto pequeño, la creatividad recortada, castrada la sensibilidad. No están aptas para decir nada humano o que valga la pena. Para ellos será el olvido y la insulsa alabanza de sus iguales.

Digo que hay escritores buenos, pero genios muy pocos. Y Vallejo es genio porque su inteligencia y sensibilidad lo hicieron entender que lo más importante en el mundo es el otro. En el cual podemos admirar nuestra propia belleza y reconocer nuestros defectos, lo cual nos llevará a la perfección. Vallejo es un poeta en todo el sentido de la palabra como dijera alguna vez Abraham Valdelomar, porque antes de ser artista es humano. Los versos que recordamos de él no son precisamente los más herméticos , los más audaces, sino más bien los más sinceros , sentidos , los más parecidos a nosotros y por tanto, profundos. Vallejo no es indigenista ni vanguardista ni simbolista; Vallejo es sobre todo humano y en consecuencia, universal. Basta ser hombre para entenderlo. Eso es lo que lo vuelve tan indispensable, tan admirable, querible y cercano.

En breve homenaje tocaré tres aspectos de su vida, que como las de cualquier hombre, reflejan su compleja simplicidad: la religión, el amor y la familia.




La religión




En lo que se refiere a sus creencias religiosas, Vallejo siempre entró en varias contradicciones o más exactamente, dubitaciones; puesto que en verdad fue bastante creyente.

Para entender esto hagamos un pequeño análisis de los versos en los Heraldos Negros de la sección Truenos, sin duda, la más original y trascendental de este poemario.


LA DE A MIL

¡ por qué se habrá vestido de suertero
la voluntad de Dios!

LOS DADOS ETERNOS

Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.

LOS ANILLOS FATIGADOS

Hay ganas de… no tener ganas, Señor;
a ti yo te señalo con el dedo deicida:
hay ganas de no haber tenido corazón.



Para algunos estos versos bastarían para ver en Vallejo a un ser hereje, blasfemo , incrédulo. La verdad es que no puede ser ateo quien da por supuesta la existencia de Dios, si lo tiene como interlocutor en sus conflictos existenciales. Vallejo no nos dice en ningún momento: “No hay Dios” .

Nos dice que Dios a veces parece injusto y los argumentos a favor de su irreverencia tienen que ver con cosas tan difusas como la suerte, la voracidad del tiempo o la mala fortuna en sí. Sin embargo criticar a un padre no es lo mismo que negarlo; el que le haya reprochado ciertas cosas hay que , más bien atribuírselo a la gran sensibilidad de Vallejo y a su sed de justicia que lo caracterizan. Él cree que el hombre como raza, sufre en demasía, tanto así que ve como esta realidad se contradice con el hecho de ser hijos de un Dios todo generoso. Por eso en otros versos de la misma sección dice:



DIOS

Yo te consagro, Dios, porque amas tanto;
porque jamás sonríes, porque siempre
debe dolerte mucho el corazón.



ABSOLUTA

Oh unidad excelsa! Oh lo que es uno
por todos!
Amor contra el espacio y contra el tiempo!
Un latido único de corazón;
un solo ritmo: Dios!

Si somos algo perspicaces nos daremos cuenta que Vallejo aprueba a Dios cada vez que favorece de una u otra forma al hombre: pegar. “porque amas tanto; porque jamás sonríes ”; “Amor contra el espacio y contra el tiempo!”.



El amor



El tema del amor en Vallejo tiene matices de tipo religioso, de conflictos , de desvaríos idílicos , pero que al final desemboca en el encuentro con un amor más realista ,más depurado. Un aspecto que contrapone justamente los poemas de Trilce a los de los Heraldos Negros es el amor. En un primer momento, debido a la gran influencia de la fe católica en su familia, Vallejo aparece inclinado hacia una visión doctrinaria del amor, atestada de prejuicios e idealismos poco consistentes . Veamos ambos aspectos en sus versos.

AMOR PROHIBIDO

Amor, en el mundo tú eres un pecado!
Mi beso es la punta chispeante del cuerno
del diablo…

PAGANA

Tal es tu festín pagano . Y amarla hasta en la muerte,
Mientras las venas siembran rojas perlas del mal…

AMOR

Amor, ven sin carne, de un icor que asombre;
y que yo, a manera de dios, sea el hombre
que ama y engendra sin sensual placer!

Tal parece que Vallejo asocia la idea del sexo al pecado, a una mácula, tomando como referencia sus creencias religiosas que sólo concebían el amor puro ,lejos del placer sensual, un amor platónico, ideal, que lamentablemente rayaba en la cucufatería. Vallejo siente desdén y remordimientos ante este aspecto de la relación amorosa. Concibe el sexo como una tentación del diablo, como algo que hay que evitar por mundano. Todo esto en los Heraldos Negros
(1918).

Otra consecuencia de este prejuicio religioso es su idealismo amoroso empedernido. Pretende separa en este afán. El sexo de toda concepción del amor. El amor pare le Vallejo de esta etapa, sólo será verdadero si no tiene nada que ver con la carne, con lo terrenal.

PARA EL ALMA IMPOSIBLE DE MI AMADA

Quédate en el seso,
y en el mito inmenso
de mi corazón!




…Quédate en la eterna
nebulosa, ahí,
en la multicencia de un dulce noser

DESHORA

Oh, pureza que nunca ni un recado
me dejaste , al partir del triste barro

Ni una migaja de tu voz; ni un nervio
de tu convite heróico de luceros

Alejaos de mí, buenas maldades,
dulces bocas picantes.

Con el tiempo, ya en Trilce(1922) , Vallejo parece asumir una posición menos fanática e ingenua, y a la vez, más profunda y humana con respecto a este tema. Veremos cómo su perspectiva del sexo en la relación amorosa cambia tan abruptamente que llega a colocarla incluso por encima de su antiguo idealismo.

XIII

Simplificado el corazón, pienso en tu sexo,
ante el hijar maduro del día.
Palpo e botón de dicha, esta en sazón.
Y muere u sentimiento antiguo
degenerado en seso.

XXX

Olorosa verdad tocada en vivo, al conectar
la antena del sexo
con lo que estamos siendo sin saberlo.

IX

Sus dos hojas anchas , su válvula
que se abre en suculenta recepción
de multiplicando a multiplicador…

Y hembra es el alma de la ausente.
Y hembra es el alma mía.

Lo que Vallejo propone en resumen en estos versos ,en contraposición a su primera etapa en los Heraldos Negros, es que el sexo es lo que une en esencia al hombre y a la mujer: no la búsqueda perversa del placer con un fin egoísta, no la objetivación de la mujer , sino la complementariedad por naturaleza, los sexos masculino y femenino por separado, buscándose entre sí, hechos para la cohesión. La dicotomía hombre-mujer como un juego de opuestos cuya diferenciación en vez de separarlos los une sustancialmente.El sexo vendría a ser desde este punto de vista la culminación o éxtasis de dicha dicotomía, el desenlace de ese ritual ancestral propio del hombre: el amor.



La familia



La madre de vallejo, María de los Santos Mendoza Guerreonero (1850-1918) fue una figura crucial tanto en la vida como en la poesía del poeta trujillano. La alusión a ella se encuentra inclusive en los poemas que escribiera ya en Europa.

Se dice que Vallejo poseía el complejo de Edipo, que amaba a su madre sobre manera y que en las mujeres que conoció mientras estuvo en el Perú, buscó la reafirmación de la imagen materna

(“Desclávame mis clavos, oh nueva madre mía!, NERVAZÓN DE ANGUSTIA) Lo que sí es cierto es que esta devoción que tenía hacia su madre estaba justificada tanto por la admiración que él sentía por ella(“ Ya no reiré cuando mi madre rece/ en infancia y en domingo, a las cuatro/ de la madrugada, por los caminantes, / los encarcelados,/ enfermos/ y pobres.” ,LVIII), como por el afecto desmedido que ella le otorgaba: “La mujer de mi padre está enamorada de mí, viniendo y avanzando de espaldas a mi nacimiento y de pecho a mi muerte(…) Mi madre está confesa de mí, nombrada de mí.¿Cómo no da otro tanto a mis otros hermanos’ (…) ¡Fuere porque yo he viajado mucho! ¡Fuere porque yo he vivido más!”,EL BUEN SENTIDO).

En sus versos podemos darnos cuenta que Vallejo iguala la imagen de la madre a la del amor propiamente dicho(puro, generoso, desprendido, incondicional)

XXIII

tal la tierra oirá en tu silenciar,
cómo nos van cobrando todos
el alquiler del mundo donde nos dejas
y el valor de aquel pan inacabable.
Y nos lo cobran , cuando, siendo nosotros
pequeños entonces, como tú verías,
no se lo podíamos haber arrebatado
a nadie; cuando tú nos lo diste,
¿di, mamá?

Aquí el pan es una metáfora del amor, un pan inacabable, un alimento interminable de cual comerá el recuerdo del siempre niño Vallejo toda la vida. Se trata de un amor tan sublime que no encuentra parangón en su realidad inmediata , donde el amor escasea y todo se mueve alrededor de los intereses personales y fines egoístas.

Lo que más conmueve del amor del poeta por su madre es su intento por eternizar a este ser querido a través del recuerdo. Ella sigue viva mientras él la piensa y es un modelo en su vida. La trascendencia de una persona en este sentido tiene un asidero más real que la simple especulación religiosa sobre la resurrección o la promesa del paraíso, puesto que Vallejo no añora el pasado:su presente se enriquece con la presencia de la madre tanto en su mente como en su vida diaria.


LXV

Así , muerta inmortal.
Entre la columnata de tus huesos
que no puede caer ni a lloros,
y a cuyo lado ni el Destino pudo entrometer
ni un solo dedo suyo.

Así, muerta inmortal
Así.

XXVIII

Cuando ya se ha quebrado el propio hogar,
y el sírvete materno no sale la
tumba,
la cocina a oscuras , la miseria de amor.



EL BUEN SENTIDO

_Hay, madre, en el mundo un sitio que se llama París. Un sitio muy grande y muy lejano y otra vez grande.

La mujer de mi padre, al oírme, almuerza y sus ojos mortales descienden suavemente por mis brazos.






G. P.

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