domingo, 13 de abril de 2008

Las cosas que no pasan




VÍA ESPESA





















Por Martín Barrera Tello
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marbarrera@gmail.com


























El 15 de abril de 2007 la Municipalidad de Lima clausuró el carril central de la Vía Expresa del Paseo de la República para iniciar la construcción del corredor vial “Metropolitano”, sistema de transporte que, según fuentes ediles, sería la solución al tema del congestionamiento vehicular en las calles de la ciudad. El plazo que se pusieron – y divulgaron a los cuatro vientos a millones de choferes y peatones que predecían las consecuencias del cierre del zanjón – fue de diez meses. Es decir, tomándoles la palabra a las autoridades capitalinas, los limeños habríamos dejado de ver esta ruta desde arriba de los puentes a partir del pasado 15 de febrero. Hoy, a un año de esta obra inconclusa, podemos concluir que el municipio sí estaba seguro de que este proyecto le cambiaría la cara (los ánimos y los horarios) a la capital.

Con el tema del zanjón “por zanjar”, al alcalde y compañía no se les ocurrió mejor idea que seguir mejorando la calidad de las pistas limeñas a costas de la calidad de vida de las personas que votaron por él. Al sonido del tránsito de Lima, caracterizado por bocinas de todo tipo de vehículo motorizado, gritos aguardentosos de choferes o cobradores y radios con los decibeles de discoteca, se le aumentó una nueva melodía: la de las máquinas que rompen las pistas, todo mezclado en un concierto que te garantiza por lo menos veinte minutos más de tiempo para llegar a tu destino.

Y es que las obras están en veintinueve de los cuarenta y tres distritos de la ciudad. Trece (mejor número no podía ser) son los puntos en los que se ejecutan proyectos de infraestructura en forma paralela: By pass en la Panamericana Norte y avenida Habich, avenidas Universitaria y Colonial, Universitaria y Venezuela, orejas de intercambio vial norte, Estación Central, Interconexión de Vía Expresa Grau – San Juan de Lurigancho, Puente vehicular Santa María, Puente Primero de Mayo, áreas verdes en la Panamericana Sur, y rehabilitación de las avenidas La Marina, Arequipa, Pethit Touars y calles de Barranco y Chorrillos. Y en las próximas semanas, se iniciará la remodelación de las avenidas Javier Prado y Angamos. Es decir, nos quedaremos sin vías rápidas, ya que las denominadas “rutas alternas” están muy lejos de ser una solución. Por poner un ejemplo, la avenida Republica de Panamá, una de las más conocidas de Lima, no está diseñada para recibir a los 200 mil pasajeros que circulaban por la Vía Expresa a diario. De las otras calles, mejor ni hablar.

Ante la molestia generalizada de la población y la ola de preguntas por parte de la prensa para Luis Castañeda Lossio, a su salida del Congreso tras dar su descargo sobre el tema de las Revisiones Técnicas (otro tema igual o más grave que el de las vías, y que merece un capítulo aparte), el burgomaestre no tuvo mejor respuesta que afirmar que todo el plan de mejora del sistema de transporte marcha bien y que tendremos Vía Expresa para fines de 2009. ¿Acaso sus técnicos no hicieron el estudio adecuado y calcularon mal el tiempo de la remodelación o es que Castañeda ya contrajo la amnesia de la clase política peruana y no recuerda que prometió diez meses como máximo?

Hacer tantas obras a la vez es antitécnico y una vieja costumbre de nuestros políticos en etapas previas a una elección, y aunque el alcalde asegure que no tiene intereses presidenciales, su teniente alcalde no tiene reparos en decir que Castañeda Lossio tiene proyección nacional. Aducen que nos dejan sin pistas debido a que Lima debe estar en la mejor condición posible para las visitas de los mandatarios internacionales por las reuniones del Foro APEC y la Cumbre de la Unión Europea y América Latina; y hasta se han preocupado en invadir las calles con paneles que justifican la molestia por el “Plan APEC”.

Nada más lejano de la realidad, ya que hace cinco años se sabía que el Perú sería sede la reunión de APEC. Tuvo tiempo suficiente para organizar un plan de trabajo que diste de la improvisación y el apuro que vemos hoy en día. Además, con la cita de los mandatarios europeos y latinoamericanos para la quincena de mayo, el argumento de mejorar la ciudad por este motivo se cae por su propio peso. Las delegaciones extranjeras son conscientes que no irán a Suiza sino al Perú, así que creer (y hacernos creer) que mejoraremos nuestra imagen ante los ojos del mundo con mejores pistas y veredas es casi tan irrisorio como preocuparse en la mejora de la ciudad sólo porque hay visita.

Lo que sí no causa gracia es la facilidad con la que el municipio se esmera en arruinar las arterias más importantes de la ciudad y la dificultad que tienen en cumplir con su palabra, en función a los plazos impuestos por ellos mismos para la culminación de lo que en su momento calificaron como “la obra que revolucionaría el transporte en Lima”; que no es otra cosa que el plan que tanto criticó al entonces alcalde Alberto Andrade en el debate municipal de Manchay de 2002 y que ahora mal ejecuta y la asume como propia.
¿Castañeda recordará ese episodio de su vida política o dicho capítulo se habrá quedado en el mismo lugar que su promesa de nueva Vía Expresa en diez meses? ¿Quienes lo asesoraron en el debate de 2002 para fundamentar su tesis de construir un tren de transporte masivo en la ciudad fueron los mismos que se encargan ahora de la remodelación del zanjón?








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